La sede de la Asociación de personas Trans de Andalucía que usted preside amaneció este jueves con un cartel donde se le insultaba, se le llamaba «misógino» e incluso «fascista». ¿Han aumentado los discursos de odio contra las personas trans?

Yo creo que ha pasado algo muy peligroso. En 2019, cuando se inicia el trámite de la ley trans estatal, coincide con que Podemos entra en el Gobierno y el Ministerio de Igualdad cambia su dirigente, de Carmen Calvo a Irene Montero. A su vez, hay una conciencia en ese tiempo donde, como si fuera un mantra se arremete contra lo trans. Yo creo que el origen está en ese documento que sacó el PSOE, firmado por Calvo, siendo vicepresidenta, y que firmaron otros ministros y más miembros de los socialistas. Un manifiesto que a mí, sinceramente, me trasladó a los peores tiempos del franquismo, con una terminología similar que nos señalaba, que nos situaba como un peligro social. Me recordó a aquella ley de peligrosidad social de Franco, que tanto nos costó luchar para que fuera abolida y por la que tantas personas fueron presas. Como cuando en el franquismo se negaban a reconocer nuestra identidad porque decían que éramos ficción de hembra.

En España, a pesar de llegar tarde, el primer cambio de nombre tuvo lugar en1987, previa cirugía genital y previo expediente judicial. Ambas cuestiones, hay que aclarar, que tenía que pagárselas cada persona. Es decir, ni la sanidad pública ni la justicia eran gratuitas. Había que disponer de tres millones y medio de las antiguas pesetas para poder proceder. Una vez que tú tenías tu cambio de nombre, como la partida de nacimiento no se cambiaba, no nos permitían una boda porque decían de nuevo que éramos la ficción de hembra. Con lo cual, todo esto lo hemos escuchado antes. Lo que han hecho las transodiantes es desempolvar del franquismo y de la dictadura las peores cosas que se decían de nosotras y ponerlas en circulación.

Todo lo anterior ha supuesto una gran violencia que hemos vivido en redes sociales y lo último que estamos viviendo es el salto a la calle. Y esto sí que es muy peligroso. Así que aprovecho y os doy la primicia: nosotras hace dos días hemos solicitado una reunión urgente con la Fiscalía General del Estado y con el ministro de Interior. Asimismo, hemos mandado una misiva a todos los grupos con representación parlamentaria porque esto ya es una cuestión de Estado, es una cuestión política. Lo próximo que se avecina será una desgracia que tendremos que lamentar.

¿Qué opina sobre todas las mentiras y bulos que se han difundido sobre la ley trans?

Hay como un protocolo: primero, crear una campaña de intoxicación social; segundo, demonizar al sujeto al que se quiere oprimir, presentarlo como un mal social, como un peligro; y luego llegan los insultos, las vejaciones y la violencia. Yo jamás hubiese pensado que en redes sociales se podía acumular tanta violencia. Esto que está pasando con nosotros no duraría ni cinco minutos contra las personas negras. Si se dijera que los negros no deberían tener los mismos derechos, que no son personas o aquello que se dijo para poderles hacer esclavos, que no tenían alma (claro, si no tienes alma, no eres un ser humano y por lo tanto puedes ser esclavo). Hoy ya eso es impensable, yo no me imagino que en un acto que se hiciera contra el racismo se presentaran a boicotearlo. De hecho, en nuestros actos ni siquiera la ultraderecha política es la que aparece. Están apareciendo estas mujeres que pertenecen a movimientos transodiantes, antiderechos trans, que siguen al 100% el pensamiento ideológico de la ultraderecha. Pero ellas van más allá, se han envalentonado y no hay una reacción, no hay una respuesta por parte del Estado de Derecho para protegernos.

La libertad de expresión que ellas buscan es el derecho que tenemos todas y todos a expresar nuestras ideas por cualquier medio. Pero se les olvida la coletilla final: siempre que no atente contra la dignidad de personas vulnerables. Eso también lo recoge la Constitución. La libertad de expresión está limitada. Libertad de expresión no es decir que las mujeres se merecen una paliza o que los agresores que agreden a las mujeres alguna razón tendrán. Eso no es libertad de expresión. No es libertad de expresión decir que el 90% de los migrantes son unos delincuentes o que son los que nos quitan el trabajo. Eso no es libertad de expresión. Eso tiene una intencionalidad totalmente basada en el odio. A las personas migrantes, basada en el odio.

Lo que sí nos duele muchísimo es que parece que se ha levantado la veda para cazar a las personas trans. Algo que también me traslada a los 80, cuando la ultraderecha salía a la casa del travelo. Aquello que hemos visto en la serie de la Veneno no es ficción. La ultraderecha salía con bates de beisbol y nos golpeaba. Hasta que sucedió el hecho lamentable de 1991, cuando cinco skinhead asesinaron a patadas a Sonia Rescalvo en Barcelona. Esto es lo que conlleva siempre el discurso hablado y escrito de odio: es la antesala de las agresiones.

¿Qué caminos considera que deben seguir los planes educativos, judiciales y sociales para avanzar hacia la integración del colectivo LGTBIQ+?

Yo creo que hay algo que parece que olvidamos. Esta corriente negacionista, que niega la violencia de genero, a las personas migrantes, el hecho trans… En el fondo no niegan que existamos, lo que niegan es que tengamos acceso a sus mismos derechos. Es un negacionismo del estatus de igualdad. Porque a mi me nieguen, no voy a dejar de existir. Seguiré existiendo. El dilema están en si existo con derechos o sin derechos.

Yo creo que una sociedad democrática de un Estado de Derecho no se puede permitir que ningún grupo humano viva en desigualdad porque entonces no es una democracia plena. Creo que hay una gran tarea, sobre todo en la educación. Deberíamos de tener, como ya tienen otros países europeos, una asignatura de obligado cumplimiento para que los adolescentes se les enseñe a convivir con la diversidad en general. Educar en el respeto a la diversidad nos haría un país mejor. Siempre es mejor el respeto que la intolerancia y el odio. Lo que no tendríamos que dejar cabida en nuestra sociedad es para el odio a nadie por ninguna circunstancia.

Pero urge actuar. Esta habiendo una gran dejación por parte de la Fiscalía que debería de actuar de oficio ante este pico de violencia. A mí no me tienen por qué tratar en masculino. Tú puedes opinar para ti, eres libre de pensar que yo no soy una mujer, pero expresarlo públicamente es un atentado contra mi dignidad y contra la legalidad. La ley de cambio registral, no la de ahora, hasta incluso la anterior ya decía que las personas una vez que han accedido al cambiado registral les son inherentes obligaciones y derechos del mismo sexo y se merecen el respeto de particulares y de instituciones. Tú puedes pensar, eres libre de pensar como quieras y yo no quiero imponer que tu pienses otra cosa porque hasta eso voy a respetarlo. Pero que hagas propaganda pública de eso, no, porque eso ya es odio. Entramos en el terreno vejatorio y humillante. Yo soy una mujer en mis obligaciones, pero también en mis derechos.

En más de una ocasión usted ha defendido que las mujeres con pene son, efectivamente, mujeres. Pero hay muchas personas, incluso feministas, que no lo entienden. ¿Por qué?

Yo he hablado de movimiento transodiante. Jamás le voy a regalar el apellido de feminismo a quien hace promulgar este tipo de ideas transexcluyentes. El feminismo precisamente ha estado luchando contra los estereotipos de género, ha luchado contra el genitocentrismo, el que las mujeres no solamente seamos concebidas como vulvas funcionales al servicio del macho y como máquinas de reproducir. El feminismo nunca ha sido la herramienta para difundir odio o para reprimir a otras personas, sino que ha sido una herramienta para hacer sociedades más igualitarias para todas y para todos, también para los hombres. Por lo tanto, bajo su nombre no caben este tipo de prácticas. Podrán llamarse de otra manera, pero no feminismo.

¿Qué pienso de que haya mujeres que piensen así? Tampoco es algo nuevo. Esto nace en los 80 en EEUU con una de sus máximas teóricas, Jane Raymond, cuando en uno de sus libros deja claro cuál es el planteamiento ideológico y filosófico de esta corriente. En esas páginas llega a decir que lo mejor que puede pasar con las personas trans es eliminarlas de la existencia. Es un grito al exterminio, es un grito nazi.
En el fondo no son tan descaradas de pedir que se nos extermine ahora, pero ese el objetivo de estos movimientos antiderechos trans.

Y solamente me gustaría, para que todas, todos y todes reflexionemos, que pongamos atención en lo siguiente: en Florida han triunfado los movimientos antiderechos trans junto con la derecha política. Han abolido las leyes de protección a las personas trans y ahora se plantean eliminar el derecho al aborto. Cuando abrimos la puerta, sea por donde se abra, primero vendrán por mí, mañana por ti y pasado con la de enfrente. Vendrán a por todas porque esto es puro totalitarismo, puro nazismo, pura intolerancia, se tiña o se quiera vestir perversamente con el nombre del feminismo.

¿De qué manera puede contribuir el Ayuntamiento de Madrid, una administración local, al día a día de las personas trans?

Yo he tomado la determinación de apoyar la candidatura de Roberto Sotomayor porque me parece fundamental que entremos en el Ayuntamiento para mejorar, no la calidad de vida de las personas trans, sino de todas y todos los madrileños. Para que tengamos mejor sanidad publica y no la sanidad con falta de facultativos, con una gran precariedad, con malas practicas y condiciones de trabajo, que al final repercute en larga listas de espera. Para que tengamos barrios seguros e inclusivos.

Queremos que la ley trans aprobada en 2016 no sea un papel mojado, sino que aquello nos de seguridad y nuestros derechos. Y que nuestros símbolos no sean expulsados como quieren expulsarlos fuera del imaginario común, como se planteó el alcalde José Luis Martínez-Almeida sobre llevarse la manifestación del Orgullo a las afueras. En el fondo, los símbolos del colectivo LGTBIQ+ son los símbolos del respeto, de la libertad, de la diversidad. no son símbolos solo de los gays, lesbianas, trans, bisexuales: es el símbolo de todos los ciudadanos. Un país más libre, más inclusivo, es mejor para todas y para todos.

¿Cuáles son los principales retos de cara a la próxima legislatura en Madrid?

Principalmente, si gobernamos se mejoraría la sanidad publica, las condiciones de servicios públicos para todos los barrios. Es importante para nuestro colectivo tener una concejalía de Igualdad y LGTBIQ+ en el Ayuntamiento para que nuestra voz forme parte del propio Gobierno y la creación de un centro de memoria y de encuentro del colectivo. Creo que es importante también implementar desde lo local aquello que ya prevé la ley estatal.

Es importante aquello de hacer políticas de empleo dentro del propio Ayuntamiento y sacar algunas, como hace ya por ejemplo Aragón, para personas trans que estén cualificadas para lo que se requiera. Hay que hacer una reserva de plazas, hay que premiar y puntuar a aquellas empresas subcontratadas por el Ayuntamiento. Limpieza, parques y jardines, cuidados, todas esas empresas que hagan también una reserva para las gente trans. Y esto no es algo que nos merezcamos por el hecho de ser trans. Esta es la respuesta a la brutal exclusión laboral que sufrimos y creo que también los Gobiernos los Estados las instituciones tienen que poner remedio cuando existen estas situaciones tan graves, es una lacra que sufrimos.

El empleo tiene que ver con la dignidad. Muchas veces algunas izquierdas más casposas han tendido a decir vamos a hablar de lo del comer, vamos a hablar de lo material y yo veo que están completamente obnubilados o no entienden, por ejemplo, que sin el derecho al trabajo de las personas trans no puedo tener dignidad, ni puedo comer ni puedo tener un techo. Estamos hablando de lo material, de algo que golpea lo material. Muchas veces se es suave cuando se dice que las personas trans tienen altos índices de paro y, mire usted, paro no. Porque paro es una situación coyuntural, donde yo he perdido el trabajo, pero nosotras nos enfrentamos a un mercado laboral cerrado a cal y canto. Estas situaciones extremas son las que requieren por parte de sociedades democráticas la responsabilidad de activar políticas para que todos podamos estar al mismo nivel.

¿Y a nivel estatal? ¿Cuál es la situación de la izquierda? ¿Sumarán?

Aquí hay un hecho real, histórico y constatable. Yo creo que el PSOE, sin lugar a duda, ha sido artífice de grandes avances y de haber hecho posible junto con los movimientos sociales la llegada de la democracia a este país. Pero el PSOE a veces entra en unas dinámicas que le es más fácil a veces girar para la derecha, que girar para la izquierda. Yo creo que este Gobierno de coalición ha dejado patente la necesidad de que no se gobierne con esas mayorías absolutas ni ese bipartidismo que, al final, alternaban en el poder, pero poco avanzaba. Creo que se ha notado el Gobierno de coalición en los avances y no quiero hacer propaganda pero la subida del salario mínimo, el ingreso mínimo vital, la reforma de la ley del aborto han sido grandes avances. Incluso la ley del sí es sí, por mucho que le hayan dado ahora pandereta. Me parece indecente que se haya querido pactar con gente que ha negado siempre la violencia de género.

Pero también me parece importante que la izquierda no pierda su espacio. Si la izquierda en la operación de marketing se vende como un espacio político por el que todo el mundo se está peleando, que es el centro, dónde vamos a quedar la gente de izquierdas y la gente que está indignada por las largas listas de espera en la sanidad, por los largos tiempos de paro, por las malas condiciones de servicios públicos, por los abusivos intereses que pone la banca… Yo creo que retrotraernos de nuevo a que nuestra palabra, si me bajé o no me bajé las bragas, si me resistí o no me resistí, me parece un atraso. Creo que es necesario a nivel estatal que la izquierda tenga su identidad propia y es necesario ir de la mano del PSOE para que en algunos momentos que pueda tener esa debilidad de mirar a la derecha, le hagamos mirar a la izquierda.

Entonces, ¿cree que Sumar y Podemos llegarán a un acuerdo de cara a las elecciones generales?

Yo creo que se han pedido unas primarias libres. Se ha pedido también que Podemos, que es una entidad que está gobernando y que ha demostrado una gran resolución a la hora de gobernar en ayuntamientos y comunidades pueda hablar de tú a tú con otras fuerzas políticas, pero que ninguna fagocite a otra. Hablemos en igualdad de condiciones y con los mismos espacios. Yo creo que ahí está el reto. El reto está en que nosotras creemos que es importante la unidad de la izquierda, pero a la vez todo el mundo no entiende igual qué es la izquierda.

Y, además, algunos igual olvidan que precisamente si hemos tenido democracia es porque los trabajadores hemos hecho mucho ruido para que las empresas nos escucharan. Si las mujeres tenemos derechos es porque hemos hecho ruido en las calles. Cuando hablo de ruido hablo de luchar con dignidad por nuestros derechos. Mientras existan condiciones de desigualdad, el ruido es un acto digno para conseguir derechos.

¿Qué le ha parecido la gestión de Irene Montero en el Ministerio de Igualdad?

Yo opino de verdad que primero objetivamente hay que reconocer que los avances que ha conseguido Irene Montero a partir de todas su propuestas legislativas han situado a España en un baluarte a nivel europeo, y que jamás ni las mujeres ni otros colectivos hemos tenido ni una mejor ministra, ni una garantía de derechos mayor.

Y, por otro lado, empatizo con ella porque, claro, es como el clavo que destaca, martillazo que te doy. Y no sólo Montero, cualquier persona, porque yo también lo he vivido, a cualquiera que se mantiene firme en sus convicciones le pasa. Si yo no lucho haciendo ruido por la primera ley trans en España, pionera también en Europa, que fue la andaluza, no la hubiéramos tenido. Esa ha sido la herramienta para conquistar derechos y eso también me ha supuesto a mí una persecución política. Me parece, y es obvio, que la persecución política hacia Montero solamente la sitúa en lo grande que ha hecho. Porque si no tuviera una gran trascendencia de cambios profundos en la sociedad, ni siquiera se preocuparían.

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