Trump, pasado y futuro del infierno que viven las personas trans en Estados Unidos
Trump, pasado y futuro del infierno que viven las personas trans en Estados Unidos
Trump ha eliminado la tercera casilla de género, expulsado a las personas trans de espacios segregados por su identidad de género y prohibido el uso de presupuesto federal para transiciones médicas
A pesar de que las personas trans sean un colectivo relativamente pequeño —son trans en Estados Unidos 1,3 millones de personas adultas y 300.000 entre 13 y 17 años, según el Williams Institute—, el esfuerzo legislativo contra ellas por parte de la administración Trump ha sido y será, promete el mandatario, considerable.
Las personas trans no han tenido ningún respiro durante el tiempo en que Trump no era el inquilino de la Casa Blanca. El expresidente Joe Biden firmó algunos decretos impidiendo la discriminación contra las personas disidentes de género —ya derogados por Trump—, pero la ola reaccionaria ha venido desde los Estados. Actualmente, existen 196 proyectos de ley en tramitación en diferentes Estados que aspiran a mermar los derechos LGTBIAQ+, según la ONG ACLU.
Las personas trans, en la mirilla de Trump
En 2016, el Estado de Carolina del Norte aprobó una ley para obligar a las personas trans a utilizar los baños de su género asignado al nacer. “Hay muchos problemas [con la nueva ley]. Déjalo como está. Ha habido muy pocas quejas tal y como está. La gente va, usa el baño que considera apropiado, ha habido muy pocos problemas”. Esta fue la opinión de Trump sobre la ley estatal preguntado en abril de 2016, pero su postura en temas trans ha cambiado radicalmente desde entonces en línea con la oleada antigénero de la extrema derecha internacional.
En línea con la ola antigénero internacional, Trump establece que hay dos géneros inmutables determinados por las gónadas y elimina los planes de Diversidad, Equidad e Inclusión
Una de las órdenes ejecutivas que firmó el día de su inauguración establece que solo hay dos géneros, que estos son inmutables y que quedan determinados por si la persona nace con ovarios o espermatozoides. El decreto no hace referencia a qué ocurrirá con las personas intersex cuyo sexo no pueda identificarse tan fácilmente mediante esta categorización.
Además, la misma orden conmina a hablar de sexo y no género en documentos oficiales y establece que, en prisiones federales y refugios para personas sin hogar o supervivientes de violencia sexual que estén segregados, las personas trans se agrupen con las personas de su género asignado. El texto también añade que el presupuesto federal no podrá pagar “servicios de transición” como tratamiento hormonal o cirugías de reafirmación de género. En campaña, el magnate fue más allá y dijo que retiraría toda la dotación federal a cualquier centro médico que ofrezca estos servicios independientemente de si los dólares de la Unión van a parar a estos tratamientos u otros.
En una segunda orden ejecutiva, el presidente ha eliminado los planes DEI (Diversidad, Equidad e Inclusión) que utilizan fondos federales. Aunque estos programas se utilicen, por ejemplo, para fomentar el entendimiento entre culturas en los centros de trabajo o conseguir un estudiantado más diverso en las universidades, sus críticos afirman que son antiestadounidenses. “DEI, al discriminar por motivos de raza, sexo y muchos otros factores, no solo es inmoral, sino también ilegal”, llegó a decir el multimillonario y futuro miembro del gabinete de Trump Elon Musk.
El magnate ha prometido mano dura contra el tratamiento hormonal, llegando a proponer que se prohíba para todas las edades
Más allá de los hechos, Trump ha prometido poner fin a la “agenda woke” en las escuelas y excluir del deporte escolar y universitario a niñas y chicas trans. Ha afirmado en varias ocasiones y no solo en campaña que tendría mano dura con las terapias hormonales. Aunque en la mayor parte de las veces se refería al acceso a estos servicios por parte de adolescentes, en otras ha comentado que prohibirá el uso de hormonas para todas las edades.
Trump atacó al colectivo trans en su pasado mandato
El mejor predictor de la conducta futura es la conducta pasada, y en su anterior mandato Trump no se cortó a la hora de atacar a las personas trans. El primer presidente delincuente de la historia de EE UU limitó la protección a trabajadores y estudiantes trans, además de coartar el acceso a la terapia hormonal y cirugías de reafirmación de género. Algunas de sus medidas fueron revertidas por la administración Biden, pero vuelven a estar en vigor tras el regreso al poder de Trump.
El que fue presidente desde 2017 hasta 2021 prohibió el ingreso en el ejército de las personas trans por considerarlas enfermas mentales y eliminó las protecciones federales contra la discriminación. Dado el sistema descentralizado de Estados Unidos, esta medida quedó limitada a la Seguridad Social, Medicare —un precario seguro médico que ofrece el gobierno para personas vulnerables—, programas de vivienda o acceso al empleo público federal.
En su anterior mandato, Trump coartó el acceso a la terapia hormonal y cirugías de reafirmación de género, además de eliminar protecciones contra la discriminación o publicar una guía estereotipada sobre cómo identificar a una mujer trans
A punto de terminar su mandato, Trump derogó en 2020 un decreto de Obama que impedía la discriminación a personas trans en los refugios para personas sin hogar. Con el fin de detectar y expulsar a las mujeres trans de los refugios segregados femeninos, la administración Trump emitió una guía plagada de estereotipos misóginos sobre cómo identificar a estas personas por su aspecto físico.
Las amenazas a los derechos trans también llegan desde los Estados
Desde 2020, la mayoría de textos legislativos que atentan contra los derechos de las personas trans los han aprobado los Estados. Esta es una realidad que ha pasado desapercibida en España por estar más lejos de los focos, puestos en su mayoría sobre Nueva York y Washington, pero que ha afectado a la comunidad trans estadounidense. Una encuesta calcula que el 8% de la población trans de Estados Unidos se ha mudado fuera de su comunidad o Estado para huir de la legislación anti-LGTBIAQ+, y un 43% adicional asegura considerarlo.
El abanderado de la destrucción de los derechos trans es Ron DeSantis, el gobernador republicano de Florida. El Estado soleado ha introducido en su corpus legal en los últimos años medidas como la prohibición de espectáculos drag —revocada por el Tribunal Supremo— o la retirada de la custodia a progenitores que busquen tratamiento afirmativo de género para sus criaturas. Chase Strangio, abogado especializado en derechos civiles que está litigando en el Alto Tribunal para eliminar esta última medida, ha afirmado que estas normas constituyen un “proyecto genocida”. Según el letrado, la prohibición de acceder a tratamientos de salud y la posibilidad de que el Estado secuestre a criaturas o adolescentes trans encajan con la definición de genocidio de las Naciones Unidas.
Hay 196 proyectos de ley anti-LGTBIAQ+ en tramitación en 35 Estados. En Florida prohibieron los espectáculos drag o anunciaron que retirarían la custodia a progenitores que ofrecieran a sus adolescentes tratamiento hormonal. Un abogado lo califica de “proyecto genocida”
Actualmente, hay 196 proyectos de ley anti-LGTBIAQ+ en diferentes fases de tramitación en 35 Estados diferentes, según la ONG American Civil Liberties Union (ACLU). Texas está a la cabeza de este ránking de la vergüenza con 34 posibles futuras leyes en tramitación. Las iniciativas más comunes son las relativas al ámbito educativo: prohibición de hacer deporte conforme a la identidad de género de la persona trans, censura del currículum u obligación del profesorado de avisar a la familia si su hije dice ser trans en la escuela o instituto.
Después de la esfera educativa, las propuestas más frecuentes son las que buscan atacar los derechos civiles, como el establecimiento de la objeción de conciencia religiosa o la definición de sexo como realidad inmutable y determinada por las gónadas. Después de estas, se encuentran las restricciones al acceso a la sanidad, barreras para obtener documentación acorde a la identidad o limitaciones a la libertad de expresión.
Trini Falcés (A Coruña, 1942-2022) fue, sobre todo “una gran luchadora, una superviviente”. Desde que nació, como bebé robado, hasta su muerte. Una peripecia vital que la obligó a moverse, “expulsada”, de Galicia a Andalucía, de Aragón a Barcelona y hasta al exilio en París. Por el medio, pasó cinco años en las cárceles para homosexuales del franquismo, aquellas que distinguían entre activos y pasivos. En junio de 1977 estuvo a la cabeza de la primera manifestación del colectivo del Estado, en Barcelona. Cuando aparecieron los grises, fueron las transexuales y las prostitutas quienes se pusieron al frente de la marcha. Ella era las dos cosas. No tenían miedo porque, decían, “ya estamos muertas”… pero también porque los policías eran viejos conocidos. Tras tantas mudanzas forzosas, la vida de La Trini cabía en un armario, como el que ahora muestra la exposición que le rinde homenaje en su ciudad natal, esa a la que volvió a pasar sus últimos años y donde, por fin, se sintió tratada como siempre quiso: como una persona.