Samanta Flores: La trans mexicana más longeva del mundo que ha roto todos los moldes en la tierra de los feminicidios

La trans mexicana más longeva del mundo que ha roto todos los moldes en la tierra de los feminicidios: «Jamás pensé que Gucci se iba a fijar en una mujer trans de 93 años, en el país de los machos, donde nos matan»

Samanta Flores nació en el estado de Veracruz, pero pronto cambió la calma de los limoneros por las fiestas clandestinas del DF. Allí descubrió su verdadera identidad y su vocación solidaria. Mientras luchaba contra la pandemia del VIH se convirtió en una auténtica celebridad que incluso ha llamado la atención de las grandes marcas de moda.

La trans mexicana Samanta Flores hace unas semanas durante una visita a Madrid.
La trans mexicana Samanta Flores hace unas semanas durante una visita a Madrid.

Si lo deshojamos de esa tonadilla mariachi que rinde pleitesía a la hermosura de las mujeres, al galanteo milenario, a la ronda de noche bajo el balcón de la novia de turno, México sigue siendo una caldera de machismos a punto de estallar. De enero a noviembre de 2024 se registraron en el país azteca 2.409 asesinatos violentos de mujeres. Por eso, el caso de Samanta Flores es una auténtica proeza en mitad de la pesadilla de balazos y cuchillos: a sus 93 años es tal vez la persona trans más longeva del mundo. Y lo es en un país donde las mujeres transexuales son víctimas de un odio de ida y vuelta, y donde en algunas zonas apenas alcanzan los 25 años de media.

Desde bien niña, la vida de Samanta se ha ido abriendo paso entre las estadísticas, como un milagro, a raíz de su infancia feliz en la pequeña ciudad de Orizaba, en el estado de Veracruz, rodeada de guayabos y limoneros. «A mi padre ni siquiera le importó que cuando era niño quisiera hacer ballet. Así de maravilloso era mi padre», reconoce orgullosa. Sin embargo, las estrecheces del pueblo la obligaron a hacer las maletas y dejar sus orígenes atrás. «Estudié para contador público en la Escuela Bancaria y Comercial, pero aquello, lógico, no era lo mío», dice. Así que se mudó primero a Los Ángeles, donde regentó un bar gay y tomó contacto por vez primera con el colectivo, y más tarde a México DF, donde descubrió su verdadera identidad y hoy es una auténtica socialité.

Así explica Samanta ese descubrimiento: «En el año 64, una amiga trans muy famosa en todo el país, Xóchitl, empezó a hacer fiestas en su casa, y la única condición era que nos vistiéramos de mujer. Ella era la reina y nosotras sus damas de honor, como su corte». Aquellas fiestas llenas de celebrities y gente bien, a caballo entre el cabaret clandestino y la libertad desaforada, fueron limando el personaje de Samanta. «Había que elegir un nombre, y yo había visto la película Alta sociedad, donde Grace Kelly interpretaba a Samantha, que tenía el doble juego de Sam, nombre masculino, y así decidí llamarme». Lo que ocurrió después es que los chicos, cuando le pedían una cita, siempre la preferían como Samanta -«me halagaba tanto»-, y lo que había comenzado como un juego de travestismos terminó por imponerse a la realidad.

No fue hasta 2012, sin embargo, cuando en México se permitió el cambio de género registral. «Era mucha bronca, había que presentar dos exámenes carísimos, pero los pasé. Aunque yo ya llevaba mucho tiempo viviendo como una mujer». Una mujer que, a sus 93 años, nunca ha soltado la bandera de la solidaridad. Primero braceando contra la violencia hacia las mujeres y contra la pandemia del VIHen los años 80 -«cuando murió mi vigesimoquinto amigo dejé de contar, porque solo me atormentaba, pero debieron de ser más de 300 los que se quedaron en el camino», explica-, y más recientemente contra otra pandemia: la de la soledad del colectivo LGTBI. Fue así como fundó, en los preliminares de la pandemia, un centro para mayores del colectivo en el barrio de Álamos del DF. Bajo el nombre de Vida Alegre, este edificio pintado de azul cegador se convirtió en un refugio en el que combatir las soledades: «Al principio era para el colectivo, pero de pronto empezaron a venir también mayores heterosexuales que necesitaban compañía».

Gracias al trabajo de los voluntarios y al empeño de la propia Samanta, que cada día pasaba revista, Vida Alegre se convirtió en bálsamo y motor de la vida del barrio. Hasta que el Covid les obligó a echar el cierre. Pero Samanta no se rinde, y mientras busca la oportunidad de reabrir y resucitar el espíritu del centro, sigue lanzando aquí y allí su mensaje «de empatía y convivencia». Y dejándose sorprender por la vida a cada momento. Como cuando hace un tiempo, en una fiesta, una chica se le acercó y le propuso ser imagen de una firma de moda. «Depende, dijo ella». Así se fraguó una colaboración con Gucci, nada menos, que elevó a Samanta a los altares de la alta costura. «Jamás pensé, ni en sueños, que una señora de mi edad, transexual, iba a lograr algo tan grande en el país de los machos, donde nos matan. Pues lo he conseguido».

https://www.elmundo.es/yodona/actualidad/2025/01/14/6784f5c5e4d4d81e238b459b.html

Lesbianas, gais y transexuales de Georgia, en la diana: el fin de la capital libre del Cáucaso

Lesbianas, gais y transexuales de Georgia, en la diana: el fin de la capital libre del Cáucaso
x- Andrés Mourenza (elpais.com)

El asesinato de Kesaria Abramidze fue un mazazo para la comunidad LGTBIQ+ de Georgia. El pasado 18 de septiembre, la modelo y presentadora transexual fue apuñalada repetidas veces. Los vecinos hallaron su cuerpo sin vida en medio de un charco de sangre. El autor confeso, detenido y que se enfrenta hasta a 20 años de cárcel, era su expareja, un joven de 26 años con el que —según había escrito la víctima en redes sociales unos meses antes— mantenía una “relación tóxica”. Si ella, una de las personalidades más famosas del país caucásico, no había podido evitar este fatídico final y —según escriben algunos medios locales— las fuerzas de seguridad no habían prestado atención a sus denuncias, ¿cómo van a sobrevivir los restantes miembros de la comunidad al creciente ambiente de odio que se abate sobre Georgia?, se preguntan activistas y gais, lesbianas, transexuales y el resto de la comunidad del país caucásico.

Solo 24 horas antes del brutal crimen, el Parlamento georgiano había aprobado la “Ley de Valores Familiares y Protección de los Menores”, un texto draconiano que prohíbe toda manifestación pública de lo que pueda ser considerado “propaganda” LGTBIQ+. “Las políticas de odio tienen graves consecuencias: opresión, marginalización y violencia contra el colectivo. El asesinato de Kesaria Abramidze no se puede entender sin el pesado contexto que lo rodea”, denunció el Centro para la Justicia Social de Tbilisi.

Pese a que la sociedad georgiana es mayoritariamente conservadora, la legislación liberal aprobada durante las últimas dos décadas había hecho florecer a la sociedad civil; decenas de grupos de derechos o implicados en diferentes cuestiones sociales habían surgido y echado raíces. Tbilisi se convirtió así en la capital libre de la región: un punto de reunión para los pacifistas de Armenia y Azerbaiyán; una residencia para los exiliados de las autocracias vecinas; un espacio seguro para lesbianas, gais, bisexuales y transexuales.

“Aunque era lento, había progreso. Organizábamos festivales, conferencias. Las políticas estatales fueron actualizadas y se añadieron menciones a la diversidad sexual. Trabajábamos en la formación de policías”, rememora Mariami Kvaratskhelia, cofundadora de Tbilisi Pride y líder del grupo activista Queer Initiative: “Personas LGTBIQ+ de Irán, Líbano, Armenia, Azerbaiyán, Chechenia… venían a vivir aquí porque se sentían más libres, más seguras”. Ya no. Cientos han huido de Georgia en los últimos años y más van a hacerlo si se confirma en el poder el actual Gobierno del partido Sueño Georgiano tras las elecciones del pasado octubre, que la oposición se niega a reconocer porque las considera fraudulentas.

La formación dirigida por el oligarca Bidzina Ivanishvili ha emprendido un giro ultraconservador copiado a Rusia y Hungría que ha puesto en la diana a las personas que se alejan de lo heteronormativo. “En 2021, los políticos y dirigentes ligeramente más progresistas abandonaron Sueño Georgiano y vimos un cambio hacia postulados y políticas derechistas. Y, a partir de 2023, se hicieron realmente radicales”, explica Kvaratskhelia. Hay diversas razones para este cambio, según a quien se pregunte: el acercamiento del Gobierno a la Rusia de Vladímir Putin, congeniarse con la influyente iglesia georgiana o -según la activista- cambiar el foco del debate hacia nuevas narrativas que le permitan mantenerse en el poder. La cuestión es que se empezó a hablar, día y noche, de la necesidad de proteger a las familias y niños de la “nociva propaganda LGTBI”. “Se retiraron las menciones a esta comunidad de todos los documentos de políticas públicas, se prohibieron nuestros actos y la policía dejó de protegernos”, afirma Kvaratskhelia.

Ese año 2021, Tbilisi Pride y otras organizaciones convocaron una marcha del Orgullo en la céntrica Avenida Rustaveli. Pero fueron atacados por los militantes de Alt-Info, un canal de extrema derecha devenido formación política y al que se acusa de estar financiado por Rusia. Anna Tavadze, activista queer y miembro del movimiento Shame -otro de los organizadores- estaba allí: “Fue horrible, brutal. Empezaron a agredir a los periodistas, más de 30 resultaron heridos. Perseguían a los activistas de un lado a otro, y se marcharon a atacar las oficinas de Shame y de Tbilisi Pride. La policía no hizo nada por detenerlos”. El entonces primer ministro, Irakli Garibashvili, dijo que aquello era “inaceptable para la mayor parte de la sociedad” (la marcha del Orgullo, no el ataque). Así que al año siguiente el Orgullo se celebró en un recinto apartado del centro, bajo fuertes medidas de seguridad.

En 2023, intentaron replicar el festival de 2022, incluso invitando a diplomáticos extranjeros como medida de seguridad: pero los matones de Alt-Info volvieron a aparecer, destrozando los escenarios y prendiendo fuego al material. “Los policías dejaron a la contramanifestación acercarse tanto que de repente empezaron a lanzarnos botellas y piedras y me dije, si no escapo me matan. La policía empezó a gritar que evacuásemos, así que nos dimos cuenta de que era un plan para permitir a Alt-Info atacar el festival”, sostiene Tavadze: “Ninguno de los implicados han sido juzgados, lo cual lanza el mensaje de que si agredes a la gente queer no recibirás ningún castigo”.

Este año, los domicilios de numerosos activistas han sido atacados, entre ellos el de Kvaratskhelia. Un día de mayo, la puerta y todas las plantas de su edificio aparecieron cubiertos de carteles con su cara y su nombre, señalándola como “Activista LGTBI” y “Agente extranjera vendida”. “Además, mi novia y yo hemos sufrido campañas de acoso online y a mi padre, que está enfermo de cáncer, le han llamado varias veces para intimidarle y exigirle que deje mis actividades”, relata.

Carteles de señalamiento contra la activista queer Mariami Kvaratskhelia pegados en el interior de su casa por militantes de ultraderecha.

Temor y exilio

En 2023, el partido Sueño Georgiano fue invitado a la CPAC (la conferencia anual que organizan movimientos ultraconservadores estadounidenses) celebrada en Budapest, donde se presentó como parte del movimiento “anti-ideología de género”, lo que motivó la expulsión de la formación georgiana del Partido de los Socialistas Europeos. De allí, los políticos georgianos volvieron cargados de argumentarios y sus discursos se hicieron cada vez más bizarros: en la campaña de las últimas elecciones, Ivanishvili llegó a decir que, en Occidente, se obliga a los menores a participar en orgías durante las marchas del Orgullo y que “se quiere equiparar la leche del hombre y de la mujer”.

El diputado oficialista Nikoloz Samkharadze arguye que su nueva ley de “valores familiares” no va contra las personas LGTBIQ+, sino que intenta “proteger a menores de edad” y evitar que “cuestiones de género” se enseñen en las escuelas, algo que no ocurría en Georgia. La realidad es que la nueva legislación, que entró en vigor en diciembre, prohíbe cualquier acto público que pueda ser considerado “propaganda” a favor de este colectivo, así como cualquier manifestación artística o mediática que pueda dar una imagen “positiva” sobre la homosexualidad. Y decreta fiesta nacional el 17 de mayo, que internacionalmente es el “Día contra la homofobia, bifobia y transfobia”, pero que en Georgia se celebrará como el “Día de la santidad de la familia y del respeto a los padres”.

Más grave aún, la ley prohíbe cualquier intervención de cambio de sexo, incluidos los tratamientos hormonales, bajo penas de prisión para los médicos. La oficina del Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos ha pedido la retirada de la ley, puesto que atenta contra los derechos “a la igualdad, la no discriminación, la educación, la salud, la libertad de expresión, la libre asociación y reunión, la privacidad, la libertad y la seguridad”.

Además, subraya Tavadze, esta ley se une a la de agentes extranjeros aprobada en primavera, que persigue a las asociaciones que reciben donaciones del exterior, lo que pondrá en peligro a organizaciones que ofrecen servicios esenciales: “Para nuestra comunidad, las ONG han sido la única fuente de servicios sanitarios, apoyo psicosocial y denuncia y documentación de crímenes de odio”. Para la activista, lo que busca la legislación es convertir de nuevo a las personas homosexuales en “invisibles”, enviarlas de nuevo al “underground”.

“Todo el mundo tiene miedo y por eso se están yendo. Incluso activistas, gente que trabajaba en asociaciones. Se marchan a Bélgica, Alemania, Holanda, Estados Unidos… lo sé porque cada día recibo sus mensajes”, lamenta Kvaratskhelia: “Pero también hay otras que nos quedamos y seguiremos luchando”.

Karla Sofía Gascón se reivindica en los Globos de Oro: «Soy quien soy, no quien vosotros queréis que sea»

Karla Sofía Gascón se reivindica en los Globos de Oro: «Soy quien soy, no quien vosotros queréis que sea»
  • La intérprete superada por Demi Moore como mejor actriz protagonista en comedia o musical
  • La película que protagoniza, ‘Emilia Pérez’, ha ganado cuatro Globos de Oro

PorRTVE.es/AGENCIAS
La actriz española Karla Sofía Gascón ha reivindicado a las mujeres después de que la película en la que participa, Emilia Pérez, haya ganado cuatro Globos de Oro en la 82ª edición.

La película, dirigida por el francés Jacques Audiard, ha sido la gran triunfadora de la noche tras alzarse con los premios a mejor película de comedia o musical, mejor película de habla no inglesa, mejor actriz de reparto y mejor canción original. Esta obra cuenta con un elenco formado por actrices como Selena Gómez y Zoe Saldaña.

Karla Sofía Gascón ha aprovechado que todo el equipo subía al escenario a recoger el galardón a mejor película de comedia o musical para alzar la voz: «Podéis meternos en la cárcel, pegarnos… Pero nunca podréis arrebatarnos nuestra alma, nuestra existencia, nuestra identidad. Quiero deciros que levantéis la voz libremente. Soy quien soy, no quien vosotros queréis que sea. Muchas gracias», ha concluido Gascón.

Con un vestido naranja, ha aprovechado para mandar un mensaje relacionado con el budismo: «He elegido los colores budistas esta noche porque tengo un mensaje para vosotros: ‘La luz siempre gana sobre la oscuridad’. Nam Myōhō Renge Kyō, Nam Myōhō Renge Kyō, Nam Myōhō Renge Kyō«, ha indicado Gascón tras pronunciar ese proverbio budista tres veces que significa “consagrar la vida a la ley mística de causa y efecto”, según indica una de las comunidades budistas de Argentina, Sokka Gakkai.

Tras haber obtenido el premio a mejor actriz protagonista en el Festival de Cannes, Karla Sofía Gascón no ha podido hacerse con el Globo de Oro, ya que Demi Moore ha conseguido el galardón por su papel en La sustancia.

https://www.rtve.es/noticias/20250106/karla-sofia-gascon-globos-oro-mujer/16396091.shtml

La joven trans que denunció una agresión en Torremolinos: «Pensaba que era mi final»

La joven trans que denunció una agresión en Torremolinos: «Pensaba que era mi final»

La Policía ha citado a la mujer a declarar para investigar los hechos que ha puesto en conocimiento del juzgado.

Una joven trans denuncia en Torremolinos la agresión de un portero en Nochevieja: «Ni a un animal se le trata así»

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La joven que ha denunciado una agresión

La joven trans de 27 años que ha denunciado a un portero de una discoteca de Torremolinos y a una clienta por una presunta agresión tránsfoba en Nochevieja se recupera física y emocionalmente de los daños que, asegura, sufrió tras los golpes. «Pensaba que era el final de mi vida», reconoce en declaraciones a este periódico. Sigue asustada por las represalias que puedan tomar contra ella tras haber pedido al juzgado investigar lo sucedido, pero quiere alzar la voz para que se depuren responsabilidades.

La Policía Nacional la ha citado a declarar la próxima semana para que aporte su versión de los hechos. Asimismo, el Ayuntamiento de Torremolinos ha puesto sus recursos a disposición de la víctima, que es marroquí, a través del concejal de seguridad. Está previsto que ambos mantengan un encuentro estos días para conocer los detalles de la agresión que denuncia.

Con dificultad para hablar, A. G., sostiene que tiene «la boca bloqueada». «No puedo comer ni abrirla bien por el puñetazo que me dieron», subraya. Según su versión, que ha compartido con este periódico, lo que comenzó con un roce accidental con otra clienta del local de ocio derivó en una noche de terror. Un vaso roto en su cara, supuestos insultos por su identidad de género y una expulsión violenta. Pero ahí no acabó el mal trago. Cuando intentó entrar, de nuevo, en la discoteca para recuperar sus pertenencias, fue golpeada de nuevo. Y llegó, apostilla, a desvanecerse.

La mujer recuerda que tuvo un «choque fortuito» con una mujer, «a la que no conocía» y que «respondió agresivamente» estrellándole, al parecer, un vaso de cristal en el rostro. «Yo estaba bailando cuando mi espalda rozó con la suya», resalta. Tras ello, según ha hecho constar en la denuncia a la que ha tenido acceso este periódico, comenzó a gritar «en estado de crisis» al percatarse de que sangraba en abundancia.

En ese momento, según su testimonio, un portero del local y un camarero, la “agarraron”, “sin interesarse por lo sucedido”, y “comenzaron a zarandearla”, al tiempo que proferían, presuntamente, insultos contra ella que aludían a su identidad de género. Después, la evacuaron, recuerda, por la puerta trasera de la discoteca, hasta expulsarla a la vía pública. “Yo no hice nada malo. Estaba herida y ni siquiera me preguntaron qué había pasado. Estaba alterada; debieron respetarme. Ni me preguntaron lo que pasó”, apostilla la denunciante, que asegura haber sido víctima de un delito de odio y espera que los investigadores puedan acceder a las imágenes de las cámaras de seguridad del negocio para constatar los hechos que denuncia.

La víctima relata que regresó a la entrada principal de la discoteca con la intención de recuperar su bolso y su móvil. De nuevo, “un grupo de varones” –cree que fueron los mismos agresores, entre los que se encuentran el portero y el camarero– le asestaron un fuerte golpe “con gran hostilidad” que hizo que cayera al suelo y llegara a perder, por unos instantes, la conciencia. Quedó aturdida. Ahora solo recuerda el rostro del portero y las «patadas y puñetazos» que siguieron lanzándole. “Yo estaba muy asustada. Vinieron corriendo detrás de mí. Pensaba que me iban a matar y gritaba: ‘¡Policía, policía!”, describe.

Varias testigos acudierion en su auxilio. Fueron ellas quienes dieron aviso a la Policía. A.G., contactó después con el Equipo de Atención a la Mujer (EAM), un recurso social especializado en la atención a víctimas de la violencia doméstica y de delitos de odio. «Este tipo de agresiones no se pueden tolerar ni pasar por alto», advierten desde el colectivo, que la acompañaron hasta un centro de salud. Las profesionales constataron el “pavor” que sufría y la “situación de desamparo” en la que se encontraba tras la agresión denunciada. Afirman que tuvo que recibir “atención psisocial por daños psicológicos”. Este miércoles, al filo del mediodía, la joven recibió el alta médica en el Hospital Clínico de Málaga, al que había sido derivada.

«Unirnos contra la transfobia y la violencia de género es vital»

La joven agradece las muestras de apoyo que en estos días se han sucedido. La Federación Andaluza LGTBI+ ha sido uno de los colectivos que se ha pronunciado a través de las redes sociales para condenar «firmemente la agresión transfóbica». «Unirnos contra la transfobia y la violencia de género es vital. Lucharemos incansablemente por la protección de todos los derechos. Mucho ánimo A.G», han escrito en una publicación.

https://www.malagahoy.es/provincia/joven-trans-denuncio-agresion-torremolinos_0_2003071097.html?utm_source=whatsapp.com&utm_medium=socialshare&utm_campaign=desktop

Video Resumen 2024

Video Resumen 2024

Vídeo resumen de la actividad e la Federación Plataforma Trans durante el año 2024

La Plataforma Trans 🎉 despide 2024 con un resumen de la multitud de eventos celebrados durante el año.

🏳️‍⚧️⚖️ Un año lleno de activismo, con una Ley de Memoria ya registrada en el Congreso de los Diputados.

🥰 Así como hemos realizado diversos eventos enriquecedores para nuestro colectivo como son…

🏳️‍⚧️ La Jornada de Memoria y Reparación, para conocer de dónde venimos y el futuro que merecemos.

👀 La exposición “La Juventud Trans Es…”, proyecto a través del cual naturalizamos nuestrans identidades.

🇪🇺 La visita al Parlamento Europeo, para denunciar los discursos y agresiones de odio y exhortar la protección de Europa a través de directivas de obligado cumplimiento.

🫂Las Quedadas Trans del Espacio Trans, donde hemos podido conocer personas como nosotrans y crear lazos entre iguales.

📽️Las Cultura Trans del Espacio Trans, donde hemos podido vernos reflejados en el cine, series, documentales…

👩🏻‍🏫Las Formaciones del Espacio Trans, donde hemos podido aprender sobre diversos temas de interés de nuestro colectivo.

…y muchos más! ✨

🥰 ¡Os esperamos en 2025 con muchos más eventos y activismo trans! 🏳️‍⚧️

💻 federaciontrans@gmail.com
☎️ 954 228 728

 

[Azuqueca de Henares] 20 Diciembre: Jornadas Disidentes Queer Trans

[Azuqueca de Henares] 20 Diciembre: Jornadas Disidentes Queer Trans

20 diciembre del 2024  11,00 h Espacio Joven Europeo, Azuqueca de Henares Guadalajara 𝗢𝗿𝗴𝗮𝗻𝗶𝘇𝗮: @EACEC

𝗖𝗼𝗹𝗮𝗯𝗼𝗿𝗮: @igualdadclm  @AytoAzuqueca

𝗣𝗮𝗿𝘁𝗶𝗰𝗶𝗽𝗮𝗻a:@CambrolleMar ,@RafaellaC11 , Kristina Blázquez, Saida G. Casuso y Jesse R. Garcia

Las claves de la Ley de Memoria Trans y LGTBIQ+

Las claves de la Ley de Memoria Trans y LGTBIQ+

Estas son las principales claves de la  #LeyMemoriaTrans propuesta por la Plataforma Trans  y que fue registrada como proposición de ley el pasado 19 de noviembre con el apoyo de distintos partidos políticos.

TEXTO COMPLETO DE LA PROPOSICIÓN DE LEY

Proposición de Ley de Memoria y Justicia para la Reparación de las Personas trans y LGTBI víctimas de la dictadura por motivos de Orientación Sexual, Identidad y/o Expresión de Género

EXPOSICIÓN DE MOTIVOS

La memoria histórica se refiere al esfuerzo consciente por recuperar, verificar y rememorar la historia de una parte de la ciudadanía, pueblo o una cultura, especialmente en relación con eventos, experiencias y períodos de desigualdad. Este concepto se utiliza comúnmente para abordar la reflexión y el estudio de eventos traumáticos, conflictos, injusticias históricas o violaciones de derechos humanos. Se busca reconocer lo ocurrido, honrar a las víctimas, promover la verdad, la justicia y la reparación, además de prevenir la repetición de dichos eventos en el futuro.

Por otro lado, se refiere al proceso mediante el cual los individuos o grupos marginados, excluidos históricamente o vulnerables se incorporan plenamente en la sociedad, participan en la vida comunitaria y disfrutan de los mismos derechos y oportunidades que otros miembros de esa sociedad. Esto implica no solo la igualdad legal, sino también la aceptación, la inclusión y el respeto por la diversidad.

Es esencial reconocer la memoria histórica, ya que contribuye directamente a la reparación social y a aprender de las experiencias pasadas para construir una sociedad más inclusiva en el presente.

La ley 16/1970, de 4 de agosto, sobre peligrosidad y rehabilitación social, en adelante LPRS, fue una ley española aprobada por el régimen franquista el 4 de agosto de 1970. Entre otros supuestos, penalizaba con penas de prisión y destierro las prácticas homosexuales, declarando a las personas procesadas en “estado peligroso”, por lo cual se les aplicó, citando textualmente, “las correspondientes medidas de seguridad y rehabilitación a los que realicen actos de homosexualidad”.

Como resultado, dicha legislación se tradujo en una cacería y persecución política sobre las personas que por amar o ser de forma distinta a lo que el régimen franquista consideraba correcto, podían cumplir penas de privación de libertad, desde 6 meses hasta 3 años, dependiendo de la arbitrariedad del juez. En particular, al tratarse de una ley especial, no existía ni la presunción de inocencia ni el derecho a juicio.

La dictadura calificaba la transexualidad como una «homosexualidad extrema» y la perseguía como si se tratase de un delito, creía que las personas homosexuales eran tan delincuentes como enfermas, y que las personas trans no eran más que la manifestación de una «homosexualidad extrema» a la que había que «convertir» con cárcel, marginación y «reeducación».

Cuando hablamos de personas trans, hablamos de personas que fueron discriminadas, apartadas y durante mucho tiempo olvidadas, por tanto, relegadas al olvido. Estas condiciones que tuvieron carácter estructural, les impidieron tener las mismas oportunidades que el resto de la ciudadanía, abocándolas a los márgenes sociales y a la exclusión social, teniendo un gran impacto en su salud física y psíquica. Hoy en el ocaso de sus vidas, de nuevo les golpea la precariedad extrema derivada de un régimen dictatorial que fue inmisericorde y del olvido de la democracia.

La miopía del Régimen Franquista, incapaz de distinguir entre orientación sexual e identidad de género, hizo que una proporción elevada de las víctimas de esta ley, aunque bajo el supuesto de “homosexuales”, fueran las personas trans y aquellas que tenían una expresión de género no normativa, ya que la orientación sexual es algo que corresponde al plano de la intimidad. Por lo que podemos aseverar que el Régimen Franquista priorizó la erradicación de lo que contempló como una amenaza al orden social impuesto. Esto es, perseguir y castigar las identidades y expresiones de género, debido a que cuestionan los valores de expresión del machismo- patriarcado que intrínsecamente están relacionados a la masculinidad-poder, valores de exaltación de un Régimen militar y nacional católico.

Existía una confluencia de la medicina, la psiquiatría, el derecho penal y la Iglesia franquista. La medicina los veía como enfermos, la psiquiatría como una perversión, el derecho penal como un estado peligroso y la Iglesia como una inmoralidad.

La LRPS definía a las personas homosexuales como «peligrosos sociales», revistiendo así la represión homófoba de un supuesto barniz «legal». De hecho, la mecánica represiva tenía varios componentes dirigidos a castigar, aislar e incluso, «curar», como si se tratase de una enfermedad a través de electrodos y supuestos tratamientos psiquiátricos.

Las personas LGTBI, fueron víctimas de maltrato y tortura psiquiátrica, incluyendo el uso de electroshock, contenciones mecánicas, medicación forzosa, sin olvidar el internamiento en instituciones psiquiátricas a las mujeres lesbianas, bajo el régimen franquista, pero con las personas trans, el maltrato psiquiátrico se ha prolongado hasta bien entrada la democracia. La “patologización de las identidades trans”, ha sido la excusa perfecta para un abordaje médico bajo un modelo de atención segregador, patologizante y denigrante.

No fue hasta el 2 de julio de 1987, que la Sala Primera del Tribunal Supremo aprobó el primer cambio de sexo legal, dando paso al cambio de sexo registral, con la obligatoriedad de someterse a una cirugía genital. El Estado impuso a las personas trans la “esterilización” como un requisito ineludible para proceder al cambio de los indicadores del nombre y sexo en el DNI. Este modelo se prolongó hasta 2.007, que con la Ley 3/2007, de 15 de marzo, reguladora de la rectificación registral de la mención relativa al sexo de las personas, ya no se exigía cirugía genital, pero se impuso entre los requisitos, dos años de tratamiento hormonal, de nuevo la esterilización química forzosa. Esta legislación supuso, debido al trance forzoso que implica, la renuncia por parte de innumerables personas trans a ver reconocida su identidad. El estado impuso como una condición sine qua non la esterilización, este hecho aberrante e indigno se prolongó durante 36 años en periodo democrático. Cabe señalar que esta práctica de esterilización, directa o indirecta, requerida para reconocer la identidad de las personas trans ha sido condenada en 2014 por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y en 2017 por el Tribunal Europeo de Derechos Humanos.

Muchas personas trans fueron objeto desde las instituciones sanitarias, bajo informes de diagnóstico por TLP y esquizofrenia, en consecuencia, fueron obligadas personas sanas, a sobremedicarse, recluidas en instituciones psiquiátricas, bajo contenciones mecánicas, medicación forzosa, coacciones, amenazas y violencia física. Estos abusos constituyen una de las más graves vulneraciones de sus derechos humanos.

El Régimen habilitó, con el fin de “reeducar” a los homosexuales, cárceles específicas localizadas en Huelva (Andalucía) y Badajoz (Extremadura). En cárceles como la Modelo de Barcelona, la Modelo de Valencia y en la cárcel de Carabanchel en Madrid, se habilitaron módulos para la “rehabilitación” sexual de los represaliados. Así, mismo, el campo de concentración llamado “Colonia Agrícola Penitenciaria de Tefía”, ubicada en la isla de Fuerteventura, destinado a la reclusión de presos comunes y políticos, fue empleado para la “reconversión” de varones homosexuales. También creó el Patronato de Protección a la Mujer, una institución franquista encargada de “la dignificación moral de la mujer” que castigaba a las mujeres que mostraran cualquier conducta “transgresora” para el Régimen. Esta institución fue responsable de la reclusión y “reeducación” de mujeres que no se ajustaban a los estrictos valores morales impuestos por el Régimen, aplicando abusos y torturas a muchas de ellas, incluidas, por supuesto, las mujeres no heterosexuales. En todas estas instituciones fueron encarceladas centenares de personas en condiciones de hambre, trabajo esclavo y tortura.

Las cifras de estas condenas están en torno a las 5.000 personas de la disidencia sexual. La mayor parte corresponde a personas trans y a hombres homosexuales, ya que la posición ideológica del régimen no concebía el lesbianismo o la bisexualidad, lo que ha hecho difícil registrar casos de condenas por tal razón.

Desde diferentes CCAA, nace la organización y lucha del colectivo LGTBI por la libertad sexual y contra las leyes represivas del franquismo, lo que hace posible que el 25 de junio de 1.978, se convocaran movilizaciones desde los diferentes territorios, que culmina en que el 26 de diciembre de 1978, se eliminó la homosexualidad de las categorías de “peligrosos sociales” de la LRPS, pero este no fue el fin de la represión y persecución de la disidencia sexual, que continuaron vigentes a la muerte del dictador. El Código Penal, que, si bien no contemplaba expresamente la homosexualidad en su articulado, se consideraba incluida en el artículo 431 de dicho texto que regulaba el delito de “escándalo público”. Esta figura delictiva consideraba penalizable aquellas acciones que “de cualquier modo ofendiere el pudor o las buenas costumbres con hechos de grave escándalo o trascendencia”. La moral nacional-católica del régimen franquista consideraba moralmente repugnantes los actos de homosexualidad o el uso de prendas de vestir contrarias al sexo asignado al nacer, por lo que dichas prácticas, eran tenidas por delictivas en virtud de este artículo, sus autores eran juzgados y condenados si los hechos trascendían al conocimiento público. No fue hasta el 25 de marzo de 1988, bien entrada la democracia, que el Congreso no aprobó su desaparición del Código Penal.

Una modificación del Código Penal, del año 1984, eximió de responsabilidad penal, entre otros supuestos, a la “cirugía transexual realizada por facultativos”, hasta ese momento penalizadas al ser consideradas un delito de lesiones por causar la esterilidad. No obstante, se mantuvo la obligatoriedad de un juicio de mayor cuantía contra el Estado, con abogado y procurador, para conseguir el cambio de nombre registral.

El menoscabo de derechos continúa su relato en plena democracia, cuando en 1995, por el Real Decreto 63/1995, de 20 de enero, sobre ordenación de prestaciones sanitarias del Sistema Nacional de Salud, se excluyó de la atención sanitaria los tratamientos hormonales a personas trans, incluidas las cirugías genitales. Por ende, por una parte, se abocó a las personas trans a la autohormonación, con el grave riesgo que esto implicaba para su salud, y, por otro lado, se forzó a las personas trans a recurrir a la medicina privada para las cirugías genitales.

El Juzgado de Igualada (Barcelona), autoriza en abril de 2.001, la primera boda civil en España entre una mujer trans y su novio. Anteriormente, aunque con nombre y sexo registral modificados, e incluida la cirugía genital, la justicia española no consideraba a la mujer trans como mujer. Por ende, el matrimonio era considerado una unión entre hombres homosexuales.

En julio de 2.014, el Parlamento Andaluz, aprueba una Ley Trans Integral, que la hace pionera en España y Europa, por introducir por primera vez dos principios irrenunciables para el reconocimiento de las personas trans, como sujetos de derecho. La despatologización de las identidades trans y la libre determinación de la identidad de género. Tres meses posteriores, en octubre, el Parlament de Catalunya, aprueba la primera Ley LGTBI, para garantía de derechos y de protección contra la discriminación de las personas LGTBI, dicha norma, incluye un régimen de sanciones administrativas por motivos de LGTBIfobia. Desde Andalucía y Catalunya, se ponen los cimientos para el inicio de una década que da como resultado, que de las 17 CCAA, en 15 se aprobasen leyes trans y/o LGTBI, siempre dentro del marco competencial de las CCAA. Era ya, una asignatura pendiente, promover una Ley Trans y LGTBI de ámbito estatal que superase los techos competenciales de las diferentes comunidades autonómicas.

En febrero de 2023, el Congreso de los Diputados aprueba la Ley 4/2023, de 28 de febrero, para la igualdad real y efectiva de las personas trans y para la garantía de los derechos de las personas LGTBI, que reconoce libremente la identidad legal de las personas trans, garantizando la autodeterminación de género sin requisitos médicos como la hormonación o el diagnóstico de una enfermedad. Una ley que ha situado a España en un referente europeo y para América Latina.

Todos estos hechos han marcado una trayectoria, desde la dictadura hasta 42 años de entrada la democracia, que han supuesto para las personas trans una violencia sistemática y una vulneración de derechos ejercida desde el Estado por su acción u omisión.

ARTICULADO

ARTÍCULO 1°. Objeto.

La presente Ley tiene por objeto reconocer y reparar a las personas trans y LGTBI víctimas de la dictadura por la violación de sus Derechos Humanos y la violencia institucional que han padecido históricamente a causa de su orientación sexual, identidad y/o expresión de género, garantizándoles un envejecimiento digno.

ARTÍCULO 2°. Ámbito de aplicación

Serán destinatarias de las medidas previstas en la presente norma todas las personas trans y LGTBI a las que se les aplicará, por dicha condición, alguna de las medidas previstas en la Ley de Vagos y Maleantes desde su modificación de 15 de julio de 1954, en la Ley 16/1970, de 4 de agosto, sobre Peligrosidad y Rehabilitación Social y las condenadas por el mismo motivo en aplicación del delito de escándalo público contemplado en el artículo 431 del Código Penal, antes de su modificación en 1988. Así mismo, les será de aplicación la presente ley a las mujeres recluidas en alguno de los centros de la Junta de Protección a la Mujer por su orientación sexual.

ARTÍCULO 3°. Reparación económica.

Las personas destinatarias de esta norma percibirán, con cargo a los Presupuestos Generales del Estado, una prestación económica vitalicia de idéntica cuantía de la pensión mínima a la Seguridad Social para pensionistas mayores de 65 años sin cargas familiares.

Dicha prestación será compatible con cualquier prestación no contributiva que perciba la persona destinataria, siendo excluidos estos ingresos a los efectos de computar el volumen de ingresos para determinar el derecho o no a dicha prestación no contributiva.

ARTÍCULO 4°. Cuantías

La cuantía de la prestación se incrementará en un 50% para aquellas personas que hayan sufrido privación de libertad derivada de la aplicación de las normas citadas en el artículo 2 de la presente norma.

ARTÍCULO 5°. Procedimiento

1. El procedimiento para el reconocimiento del derecho a la indemnización por los daños a que se refiere este Título será tramitado y resuelto por el Ministerio de Presidencia, Justicia y relaciones con las Cortes.

Las solicitudes de los interesados deben cursarse en el plazo máximo de un año desde la entrada en vigor de la presente norma.

El Ministerio de Presidencia, Justicia y Relaciones con las Cortes podrá, en el ejercicio de las competencias derivadas de este artículo, recabar cualesquiera datos que obren en poder de las Administraciones Públicas en relación a las personas solicitantes, para lo cual se recabará la autorización expresa de la persona solicitante.

El plazo máximo para la resolución del procedimiento es de 12 meses, entendiéndose estimada la petición en caso de haber transcurrido el citado plazo sin haberse dictado resolución expresa.

ARTÍCULO 6º. REPARACIÓN INTEGRAL

Además de la reparación económica, se incluirán acciones de reparación simbólica, tales como la recuperación de la memoria mediante investigaciones, publicaciones, difusión y la creación de espacios específicos de memoria.

Las personas destinatarias de esta norma podrán acogerse a las medidas generales de protección y reparación que recoge la Ley 4/2023, de 28 de febrero, para la igualdad real y efectiva de las personas trans y de la garantía de derechos LGTBI en sus artículos 62, 63, 64, 65, 66 y 67.

Asimismo, las administraciones públicas promoverán el acceso prioritario de las personas destinatarias de la presente norma al parque público de vivienda y a los programas de ayuda de acceso a la vivienda, incluidos lugares públicos de residencia para personas mayores, en los términos que se establezcan.

Se establecerá, asimismo, una partida presupuestaria con cargo a los Presupuestos Generales del Estado para la recuperación y preservación de la memoria documental y audiovisual LGTBI, así como la señalización y visibilización de lugares históricos y emblemáticos para la memoria LGTBI.

El Estado debe reconocer el maltrato psiquiátrico perpetrado contra las personas LGTBI en dictadura y a las personas trans en democracia y pedir perdón para que nunca más se vuelva a repetir.

Disposición Final: Entrada en Vigor

La presente norma entrará en vigor el 1 de enero del ejercicio presupuestario siguiente al de su publicación en el Boletín Oficial del Estado.

Judith Butler, filósofa: “Si sacrificas a una minoría como las personas trans, operas dentro de una lógica fascista”

Judith Butler, filósofa: “Si sacrificas a una minoría como las personas trans, operas dentro de una lógica fascista”

Gran referente del feminismo y de los estudios de género, la pensadora nos recibe en California tras ser votada como una de las mentes más influyentes del mundo

Judith Butler
Judith Butler en el edificio de mineralogía del campus de la Universidad de Berkeley, en California, el pasado 20 de noviembre.Carlos Rosillo
A Judith Butler (Cleveland, Ohio, 68 años) las listas no le “interesan demasiado”. Ni siquiera si, como es el caso, las encabeza. “Estoy en una ilustre compañía masculina”, dice al escuchar los nombres de Thomas Piketty, Noam Chomsky y Jürgen Habermas, segundo, tercer y cuarto pensadores más influyentes votados por los expertos convocados por Ideas. “¿Me convierte eso en un hombre?”.
Butler, referente del feminismo y de los estudios de género y de la teoría crítica y la filosofía contemporáneas, se registró hace años como persona no binaria en California. No se cambió el nombre —para sorpresa, recuerda, de quien atendía la ventanilla del juzgado— pero sí los pronombres en inglés por they/them, un gesto de autodeterminación que en español equivaldría al uso de elle en lugar de ella.
Lleva desde los noventa enseñando e investigando en Berkeley, donde vive con su pareja, la politóloga Wendy Brown. Butler nos encontró en la torre del reloj de la universidad un día de tormenta en la bahía de San Francisco. Habló del enorme impacto que —sobre los jóvenes, en particular— aún tiene su libro más famoso,El género en disputa(1990, traducido en Paidós, como mucho de su trabajo), así como de la fenomenal reacción que provocaron aquellas teorías en la sociedad, la política y hasta la cultura pop, una onda expansiva a la que dedicó su último ensayo,¿Quién teme al género? (2024). Aquel miércoles ―en el que Mike Johnson, presidente de la Cámara de Representantes, anunció que prohibirá usar los baños de mujeres del Capitolio a Sarah McBride, primera congresista trans de la historia―, habían pasado dos semanas del triunfo de Trump, así que el análisis sobre cómo pudo suceder y el vaticinio de lo que se avecina protagonizaron también una charla en la que Butler derrochó generosidad, paciencia e ironía.
A los pocos días, y a tenor de los derroteros que tomó la conversación, envió un correo electrónico en el que dijo que le gustaría pensar que la influencia que le reconoce el ranking de Ideas se deriva de su obra y no de las controversias públicas que suele protagonizar, de la guerra de Gaza al feminismo que se opone a considerar mujeres a las mujeres trans. Esa obra va mucho más allá de esas polémicas, y también de la teoría queerque alumbró a finales de los ochenta: Butler ha escrito brillantemente sobre la censura, la no violencia o la insurgencia de Antígona, y ha reflexionado en diálogo con otros pensadores, formato que encuentra “inspirador”, acerca de asuntos como el secularismo o la agonía del Estado-nación. Ahora trabaja en un ensayo largamente postergado sobre Kafka.
Pregunta. ¿A quién habría votado usted como el pensador más influyente?
Respuesta. A [la escritora india] Arundhati Roy. Sus opiniones sobre la pandemia, la opresión o la justicia son muy poderosas. Al menos en mi mundo, cuando ella habla, la gente escucha.
P. ¿Y cuáles son los tres intelectuales que más le han inspirado?
R. Probablemente Hegel y Freud, y o bien [Michel] Foucault o Simone de Beauvoir. No me haga elegir entre esos dos…
“La versión de masculinidad que representa Trump lleva a algunos niños a cuestionar las normas de género”
P. Este mes se cumplen 35 años de El género en disputa. ¿Ha cambiado su forma de ver el género en este tiempo?
R. Como aún no he muerto, mi pensamiento sigue vivo, así que sí. Abandoné el tema tras Deshacer el género (2004) y pasé 20 años en otros asuntos. Retomarlo [en su último ensayo] fue raro, porque tuve que investigar su evolución en las últimas décadas. Cuando escribí El género en disputa estaba adentrándome en la teoría feminista francesa y el posestructuralismo, eso que en mi país se suele vender como “french theory”. Esa influencia fue una de las razones por las que acabó siendo un libro difícil. Pese a su densidad, es extrañamente popular. Lo cual me da que pensar que los lectores son más curiosos e inteligentes de lo que suponemos.
P. ¿Diría que el público está más interesado en las ideas que entonces?
R. Tal vez en Europa o en España, donde hay festivales de filosofía y largos artículos en EL PAÍS sobre pensadores [risas]. En Estados Unidos hay una frontera muy marcada entre los académicos y los escritores públicos. Yo a veces la traspaso. No siempre. No me gusta la categoría de intelectual público, es muy individualista. Cuando el trabajo de alguien se vuelve públicamente interesante es por algo que ya está pasando en el mundo: nuevas formas de pensar de los jóvenes, cambios en la sexualidad o en las formas de vida familiar, curiosidad sobre el género… Esos fenómenos públicos, a menudo incómodos, son los que hacen que ciertos intelectuales adquieran prominencia, porque están pensando sobre lo que a la gente le preocupa. Piketty es importante porque nos ayuda a pensar la desigualdad. Y apreciamos que alguien como Dipesh Chakrabarty indague en un problema tan acuciante como el clima. La mayor parte de nuestro trabajo es colaborativo. No podría haber escrito El género en disputa sin la teoría feminista, el activismo gay e incluso la escena de bares de New Haven [donde Butler vivía entonces]. Aquel trabajo reunía varios legados, y luego yo firmé con mi nombre.
Judith Butler, el 20 de noviembre, en el Stephens Hall de la Universidad de Berkeley.
Judith Butler, el 20 de noviembre, en el Stephens Hall de la Universidad de Berkeley.Carlos Rosillo
P. ¿Hay algún aspecto de El género en disputa que lamente?
R. No es arrepentimiento, pero lo que más entusiasmó a los lectores fue el concepto de performatividad. Mucha gente lo entendió como la defensa de una libertad para ser lo que quieras y cambiar quién eres. Es solo la última parte del libro, aunque incluso ahí digo claramente, a partir de la idea de “libertad situada” de Simone de Beauvoir, que siempre ejercemos la libertad con ciertas restricciones…
Butler se calla para escuchar el rumor de una protesta que llega de la calle. ¿Es por la guerra de Gaza?, pregunto. “Parece una manif”, responde empleando un coloquialismo chic en francés. “A menos que tengan permiso, se las verán con los de seguridad”.
P. Decían que este sería un otoño caliente de protestas en los campus, pero no ha sido así, ¿no?
R. Cuando ves cómo pegan a la gente en otras universidades, entiendes que las autoridades no siempre respetan la libertad de expresión. Están adoptando medidas cada vez más draconianas. Con Trump parece claro que eso se intensificará. Creo que los manifestantes están repensando sus estrategias.
P. En el curso pasado, esas protestas se presentaron como una colisión entre libertad de expresión y antisemitismo…
R. Me encanta que la manifestación haya cambiado nuestra conversación. Eso significa que no funcionamos fuera del mundo real. Es imperativo oponerse al antisemitismo como a cualquier tipo de racismo. El problema es la definición de antisemitismo. No puede ser que si criticas a Israel estés atacando al pueblo judío. En Israel, se escuchan críticas bastante fuertes, también al sionismo. Si [el diario] Ha’Aretz puede dar cabida a debates como esos, ¿por qué plantear esa discusión [en Estados Unidos] se interpreta como antisemita? De todos modos, este no es un buen momento para una reflexión seria y tranquila sobre el asunto. La censura sustituye al debate complejo cuando más lo necesitamos, ahora que tantas democracias están al borde de sucumbir a poderes autoritarios.
“Una acción genocida apunta a un grupo étnico y a las infraestructuras de su vida. Es lo que estamos viendo en Gaza”
P. Recientemente definió a Hamás como un “movimiento de resistencia”…
R. Es lamentable: la gente toma una frase y la convierte en tu postura completa. Hay tal prisa por censurar y condenar que es muy difícil tener una discusión abierta. Si digo que es un movimiento de resistencia, lo estoy describiendo, pero no significa que lo apoye. Da igual: si pronuncias ciertas palabras y no otras, no superas la prueba, y tu reputación acaba por los suelos. Y luego está el hecho de que si en Francia dices résistance, estás hablando de uno de los movimientos de liberación más importantes de su historia como nación moderna. Para ellos, la resistencia es un valor supremo, y el terrorismo es lo que usas contra todo lo que no te gusta, algo que empleas para referirte a grupos como Hamás sin necesidad de matizar nada.
P. Nací en el País Vasco, y recuerdo lo delicado que puede ser el lenguaje. Por ejemplo, cuando la BBC seguía llamando a ETA un “grupo separatista”. ¿No es Hamás un grupo terrorista?
R. Hamás utiliza tácticas terroristas, sin duda, pero no todos los países de Naciones Unidas lo consideran un grupo terrorista; tiene un ala no militar que proporciona servicios sociales y distribuye ayuda humanitaria, motivo por el que Israel bombardea esos convoyes. Y yo me pregunto: ¿por qué la violencia estatal israelí, que es mucho más destructiva y comete crímenes contra la humanidad de manera habitual, no se llama “terrorismo de Estado”? En Estados Unidos, incluso a [el pensador palestino] Edward Said lo llamaron terrorista. Se utiliza esa palabra con mucha facilidad para cancelar debates. Pero si queremos saber por qué los palestinos se alzan de esa manera, entonces hay que contar una historia más larga. Eso no significa que los esté exculpando. Escribí un libro entero sobre la no violencia [La fuerza de la no violencia, 2021], que deja claro cuál es mi compromiso. Por eso creo que es mala fe, cuando no irresponsabilidad intelectual, decir que, porque puedo admitir que es la facción armada del movimiento palestino de liberación, apoyo su violencia.
P. Eso conecta con uno de los puntos más interesantes de su trabajo, la idea de la grievability, la noción de que hay personas que merecen más ser lloradas que otras.
R. Quienes hacen la guerra a menudo conciben las de quienes aniquilan como vidas que de todos modos no valía la pena vivir. No lamentan esas pérdidas, porque carecen de valor. Se considera a los palestinos como amenazas a la existencia israelí, no como seres humanos. Una vez que una población ha sido tan degradada que ya no cuenta entre la comunidad humana, queda despejado el camino hacia la acción genocida. Y lo que estamos viendo en Gaza son acciones genocidas.
P. No exactamente un genocidio…
R. Una acción genocida es aquella que no solo tiene como objetivo a un grupo étnico muy específico de personas, sino también las infraestructuras de la vida. Raphael Lemkin, que ideó en 1944 su doctrina, fue muy claro al respecto. Francesca Albanese, relatora especial de la ONU sobre Palestina, acepta esa definición para lo que está sucediendo en Gaza. Así que creo que es una conducta genocida. Lo que a la gente le cuesta más comprender es que este tipo de tácticas y esta forma de matar, de desposeer por la fuerza, no empezó el 7 de octubre [de 2023], sino que opera desde [la creación del Estado de Israel en] 1948.
“Cada vez que un niño dice que quiere hormonas no hay que correr a que se las receten, pero tampoco rechazar de plano la idea”
P. Volvamos al punto en el que la realidad interrumpió la conversación. Hablábamos de la performatividad en El género en disputa
R. Ese libro fue importante para mucha gente, porque les permitió ver que habían nacido en un mundo de fuertes expectativas sobre lo que significa ser hombre o mujer. Hay algunas personas que no cumplen esas expectativas, pero ese fracaso puede ser muy prometedor si lo miramos desde la perspectiva de un espíritu autónomo que se desvía del camino, que no acepta acatar normas, que busca otra senda.
P. ¿Dónde sitúa el límite para considerar a un menor listo para incumplir estas normas?
R. Esa es una pregunta muy práctica. Los jóvenes deberían poder tomarse su tiempo para encontrar su propio camino. Enseñar género en la escuela no significa que les estés incitando a volverse homosexuales o trans. Eso es confundir el debate con el adoctrinamiento. No brindar apoyo a quienes no se sienten cómodos con su género me parece un acto de crueldad. No creo que cada vez que un niño dice que quiere hormonas haya que correr a que se las receten, pero tampoco en rechazar de plano la idea.
“Hay algunas feministas que necesitan comprender mejor quiénes son las personas trans”
P. En su último libro habla de un “fantasma” creado para avivar los temores en torno al género. ¿Simpatiza con los padres preocupados por que sus hijos se equivoquen?
R. Sí. Esos padres tienen miedo, pero no puedo entender por qué prefieren no saber sobre ciertas cosas. Un hombre me dijo en Chile que no quería que una familia gay viviera en la casa de al lado. “Soy heterosexual, estoy casado y disfruto de la sexualidad reproductiva. Sigo la forma de vida que Dios ha ordenado, y es la única moralmente correcta”. Su miedo es que si hay diferentes tipos de familias, entonces su elección puede volverse menos natural, menos necesaria.
P. Una de las principales críticas a la ideología de género es que la industria farmacéutica tiene intereses en ella
R. Esa industria se lucra con el reemplazo hormonal, pero tengo entendido que el beneficio que extraen de la terapia para mujeres posmenopáusicas es mucho mayor. Por supuesto que las grandes farmacéuticas son parte de ello, como lo son del tratamiento de la depresión, pero hay otros problemas por los que los niños cuestionan las normas de género, entre otros, la versión de masculinidad que representa Trump. Necesitan espacios donde ejercer su autonomía. ¿Cómo afirmarse? A veces, con un sencillo pronombre.
P. ¿Entiende las preocupaciones de las feministas que piensan que el género supone un borrado de las mujeres?
R. Hay un cierto feminismo que, creo que sin saberlo, se ha aliado en países como el Reino Unido o España con la extrema derecha a la hora de instigar ese fantasma sobre el género. Las entiendo, pero eso no significa que crea que se basan en el conocimiento. Tal vez necesitan comprender mejor quiénes son las personas trans. La feminidad no se borrará solo porque abramos la puerta y las invitemos a entrar. Este es un momento para ampliar las alianzas, no para luchas sectarias sobre baños. Las mujeres saben lo que es que les nieguen atención sanitaria. Ahora mismo, les privan del acceso a la salud reproductiva en varios países, Estados Unidos entre ellos. Saben lo difícil y necesario que es luchar por la autonomía. Entonces, ¿por qué no apoyan la lucha de las personas trans por esos cuidados y por vivir sin miedo a la violencia?
P. El fantasma pareció funcionar para la campaña de Trump. Uno de sus eslóganes decía: “Kamala está por elles (they/them). El presidente Trump está por ti”. La cuestión era si dar o no tratamientos de cambio de sexo a la población carcelaria migrante, una porción minúscula de la sociedad. Pero eso, y el hecho de que Harris no lo refutara, fue una poderosa razón para la victoria republicana.
R. Dudo de que ganara por eso. Los votantes ya vivían con temor por la economía, la guerra y la catástrofe climática. Trump supo cómo explotar y reenvasar esos miedos para poner a las minorías como chivos expiatorios. Ese mensaje apelaba a la ansiedad. Unió su retórica antiinmigrante a su discurso antitrans y antifeminista: Harris, la progresista, la marxista, la mujer negra que apoya la cirugía trans (aterradora) para los migrantes que inundan la frontera (también aterrador). En la izquierda, no sabemos cómo apelar a las pasiones de los votantes. Nos creemos muy inteligentes y muy críticos. ¿Dónde quedó el atractivo de nuestro imaginario radical? De todos modos, el juego de buscar culpables tras la derrota no me gusta. Tampoco el “Oh, no vimos lo antitrans y antiinmigrantes que son los votantes”.
P. No fue solo el trumpismo. Algunas voces demócratas dicen que es hora de superar la cuestión de los derechos de los trans en asuntos como el deporte, que afecta a pocos.
R. Se podría decir eso de los judíos, los negros, los haitianos o de cualquier minoría vulnerable. Una vez que decides que se puede sacrificar a una, estás operando dentro de una lógica fascista; puede haber una segunda y una tercera, y una cuarta, y luego, ¿qué?
Protesta contra una visita de Judith Butler a São Paulo en 2017. Los manifestantes, mujeres en su mayoría, acabaron quemando su efigie.
Protesta contra una visita de Judith Butler a São Paulo en 2017. Los manifestantes, mujeres en su mayoría, acabaron quemando su efigie.NELSON ALMEIDA/Getty Images (AFP via Getty Images)
P. J. K. Rowling ha predicho con sarcasmo que para enfrentarse a Trump, el diario The Guardian va a pasar cuatro años publicando “extensos ar­tículos de [el escritor británico de izquierda] Owen Jones quejándose de que los taxistas estadounidenses no leen suficientemente a Judith Butler”. ¿Es insalvable el distanciamiento entre las élites y esa entelequia llamada “gente normal”?
P. Los taxistas eran demócratas hasta hace unos 20 años. Bernie Sanders tenía a los taxistas. Y Alexandria Ocasio-Cortez. Ambos son progresistas en lo social, en lo económico y en las políticas de género. Si la creciente disparidad entre ricos y pobres se colocara en el centro de la pasión de una coalición demócrata o liberal, y no solo como un adorno, entonces tal vez tendríamos un nuevo efecto Bernie. Por cierto, tengo grandes discusiones sobre género con taxistas. Me parece que muchos de ellos son excelentes teóricos de lo cotidiano.
P. Estas elecciones han sido las de género, pero no en el sentido que algunos de sus lectores habrían imaginado. Acabaron siendo un enfrentamiento entre los hombres heterosexuales y las mujeres. Y un triunfo de la machosfera misógina. ¿Lo interpreta como una reacción a lo que usted representa y a lo que ha defendido durante décadas?
R. Es parte del panorama. Pero lo importante es cómo pensamos sobre esta aparente división en un contexto de racismo cada vez más violento. La convergencia de género y raza en Harris fue fundamental en un país que es cada vez más misógino y racista.
P. ¿Se demostró una vez más que este país no está preparado para elegir a una mujer, o fue esa mujer en particular?
R. No estoy de acuerdo con mucho de lo que decía en asuntos como el fracking, la migración o Palestina, y no apoyé activamente su candidatura, pero voté por ella. Tenemos una historia perniciosa de misoginia, que se celebra en la persona de Trump. Culpable de delitos sexuales, ha hecho más que nadie para degradar a la mujer. Cuando alguien dice que no le gusta esa parte de su comportamiento, pero que le vota por la economía, está indicando que tolera su racismo y su misoginia. Y si lo toleran no siendo racistas entusiastas, alientan a los racistas entusiastas y a los fascistas. Observo una especie de fantasía restaurativa en muchos movimientos de derechas en Estados Unidos. Quieren volver a la idea de un país blanco, al principio de la familia patriarcal o de los matrimonios solo heterosexuales. Yo lo llamo furia nostálgica por un pasado imposible. Es como si, porque les asusta la complejidad del mundo en el que vivimos, vieran bien cebarse rabiosamente con los más vulnerables para defenderse ellos mismos.
P. ¿El resultado de las elecciones significa que lo woke está arruinado? En inglés rima: woke is broke.
R. Ni siquiera sé qué es lo woke, más allá de un insulto de la derecha.
P. Reformularé la pregunta. ¿Supone la victoria de Trump un cierto fin de las políticas de la identidad?
P. La identidad es, para mí, un punto de partida para tejer alianzas, que necesitamos que sean amplias e incluyan a todo tipo de personas, desde las trans hasta la clase trabajadora y esos taxistas que preocupan a Rowling. La identidad es un buen comienzo para establecer conexiones y generar comunidad. Pero no es buena idea cuando una política de identidad se centra solo en la identidad. Cuando eso sucede, crece el sectarismo y pones en peligro el ideal del mundo como un lugar interconectado.

[Barcelona] 5 de diciembre: Jornada Memoria y Reparación

𝗝𝗼𝗿𝗻𝗮𝗱𝗮 𝗠𝗲𝗺𝗼𝗿𝗶𝗮 𝘆 𝗥𝗲𝗽𝗮𝗿𝗮𝗰𝗶𝗼́𝗻  

Imprescindible, conocer la historia, para poner en valor lo que nos costó el presente y poder escribir el futuro!  5 diciembre  18:00h 

@BarcelonaLGTBI  de Barcelona – Carrer del Comte Borrell, 22.   

Colabora: @BarcelonaLGTBI

TE ESPERAMOS!!