15 de septiembre: Mesa redonda movimiento LGTB+ en León
Nuestra compañera Edurne Correa, presidenta de DesperTRANS, y miembro de la junta directiva de la Federación Plataforma Trans, estará presente este viernes 15 en la mesa redonda sobre el movimiento LGTB+ durante los 6º Encuentros de Escritos Libertarios de León
Adrián Carrasco Munera, Médico Familiar y Comunitario, escribe a 28 de junio del 2022: «La ley actual -previa a la publicación de la Ley 4/2023 del 28 de febrero- exige a las personas trans un diagnóstico de disforia de género, pero los médicos no estamos para limitar la identidad de nadie sino para cuidar.
Las posiciones transexcluyentes han llevado a la discusión mainstream algunos conceptos que son objeto de estudio y debate en el seno del feminismo u de los movimientos LGTBIQ+. Se trata de conceptos en constante y acelerada revisión que nos han llevado hasta un momento el actual donde la diferencia entre sexo en género no es tan sencilla y, desde luego, no tan útil como en otros tiempos.
Vamos a ponernos al día. El cuerpo está conformado por los genes, las hormonas y los órganos —la famosa “biología”—. El cuerpo no es en sí masculino o femenino, así que no se puede saber, mirando un cuerpo, si alguien es hombre o mujer —que sería su género: quiénes somos y cómo nos perciben—.
El sexo puede entenderse de dos formas: o para clasificar o para relacionarse. Sí usamos la palabra “sexo” para clasificar, el sexo es una categoría clínica —o sea, que se nos ha ocurrido darle importancia a los médicos—. Como categoría clínica clasifica en macho o hembra —¡qué aburrido!—, pese a que hay múltiples configuraciones corporales fuera de estas dos —intersexualidad—. Si es una categoría clínica, es que la hemos creado como recurso del lenguaje para clasificar; por lo tanto no es una categoría biológica —que la haya creado la naturaleza—. Y si usamos “sexo” para relacionarnos, la diferencia con el género está clara: tú y yo nunca hemos tenido una noche de género desenfrenado.
La naturaleza, en su infinita sabiduría, ha sabido crear hombres con vagina, mujeres con penes y personas no binarias con independencia de su corporalidad. Desde esta perspectiva, el sexo no es una categoría biológica y por tanto el sexo biológico no existe.
Como una amiga mía dice: ¿Qué es eso del sexo biológico? ¿Las personas trans que somos? ¿Androides?
Pues eso, que la culpa de lo del sexo y que se crea que es binario la hemos tenido los médicos. Es que con toda nuestra cara hacemos un “diagnóstico clínico del sexo” —empezando con una ecografía, como si fuera una piedra en la vesícula— y con ese diagnóstico a ti te asignan un género como categoría administrativa —lo que pone en tu DNI—. Por lo tanto, el género asignado al nacer sería un intento de adivinar el género auténtico simplemente mirando un cuerpo.
Pues después de todo esto, que se resume en que tanto sexo como género son construcciones del lenguaje, hay gente que se sigue creyendo lo de que un cromosoma va a tener la esencia de que si soy hombre o mujer. Me hace mucha gracia que la gente me asuma como XY cuando ni yo conozco mis cromosomas.
Antes de la dictadura, figuras como Gregorio Marañón (que tampoco vamos a hacerle la ola) hablaba de que el sexo no estaba estrictamente determinado por los genes u hormonas e incluía la dimensión psicosocial en la conformación del sexo (algo bastante revolucionario en la época).
Performatividades, vivencias, corporalidades e identidades que trascienden los roles o estereotipos de género afincados socialmente en lo masculino y lo femenino y transitan de lo uno a otro y abandonan este mismo binarismo para construir otras identidades. Vaya, al final lo he soltado.
Y cuando llevas un rato leyéndome te preguntarás, ¿pero qué hace alguien que se dedica a la medicina contándome todo esto?
Pues que no estoy de acuerdo con el papel que tenemos en el ámbito sanitario con las personas trans. Para quien a estas alturas no lo sepa, para que las personas trans puedan hacer un cambio registral sobre su género —vaya, que su DNI diga la verdad de su género—, necesitaban (hasta febrero del 2023) un diagnóstico de disforia de género y dos años de tratamiento médico (hormonas y/o cirugía. O sea, que legalmente nos dan un papel a los médicos de notariado judicial para certificar que una persona es quien dice ser. Que no, que no, que no somos policías del género. Que somos quienes acompañamos a nuestres pacientes, no quienes les tutelamos.
Se ven arrojadas a exagerar los estereotipos sexistas del binarismo sexo-género para poder acceder a acompañamiento médico con hormonas o cirugía sin que se les ponga en duda —o a pesar de que se les ponga en duda—. Es decir, que para una categoría meramente administrativa la ley te obligaba a pasar por salud mental para que te diagnosticaran de “disforia de género” y te obligaba a dos años de tratamiento médico. Lo repito porque me parece muy fuerte, la verdad.
Muchas personas trans, cuando acuden al ámbito médico, se ven constantemente cuestionadas, juzgadas, encorsetadas en lo binario. Lejos de encontrar profesionales con interés por acompañar su proceso, encuentran actitudes policiales que les violentan.
En las llamadas Unidades de Identidad de Género (UIG) se evalúa si la persona que consulta se merece el diagnóstico de disforia de género que marca la entrada al derecho a la hormonación, las cirugías o el acompañamiento psicológico. Como ya he dicho, esta evaluación está marcada por la adecuación a los estereotipos sexistas de género. Las personas trans se ven forzadas al binarismo sexo-género y además a reproducir los estereotipos esperados en ellas. En estos dispositivos sanitarios se cuestiona la vivencia y la identidad, se cuestiona la no adecuación al prototipo/estereotipo esperado, se retrasa sin justificación el paso a la asistencia médica de la transición, se penalizan las identidades no binarias, etc.
Las personas trans que son enviadas a estas UIG saben de antemano qué responder y qué performar para recibir el pase hacia su transición. Saben que tienen que decir que se sienten en un cuerpo equivocado, saben que tienen que decir que quieren hormonarse, saben que tienen que saber qué quieren quitarse de su cuerpo y qué quieren añadir…
Quizás las personas trans no necesiten hormonas para poder identificarse con su género, o quizás sólo desean hormonas pero no una cirugía o quizás solo con una pequeña cirugía está bien sin exponerse al tratamiento hormonal. Desde las UIG no se preocupan en saber si tienes disforia —disconfort con tu cuerpo— sino que se preocupan por causártela y que te adaptes al binarismo.
¿Pero es que nadie va a pensar en los niños? decía la piadosa mujer del Reverendo Lovejoy en los Simpsons, y aquí viene a representar esa moral con la que se juzga esta cuestión. Se acusa a los colectivos trans y a les médiques que atendemos a la infancia trans que nuestro plan es hormonarles y mutilarles. Insisto en que cualquier persona trans que quiera reflejar su verdadero género en el DNI ha estado obligada por ley a dos años de tratamiento médico que se asientan en el diagnóstico psiquiátrico.
¿Pero no te das cuenta, hija mía, que si hay un reconocimiento legal de la autodeterminación de género muchas personas trans y jóvenes trans no se ven forzades a hormonarse y operarse? El diagnóstico de disforia psiquiatriza a las personas trans y obliga a la medicalización. Una ley que permite la autodeterminación de género da cabida a la vivencia trans no medicalizada y no anclada a estereotipos de género tan criticados. Cada persona elegiría qué transición realizar y qué presencia debe tener en esta la mano biomédica, pudiendo vivir al margen de la hormona y del quirófano, si así se quiere.
La autodeterminación de género reconoce la agencia y la autonomía de las personas trans sin que tengan que estar tutorizadas por la institución médica. ¿Por qué tengo que estar yo, en mi consulta, poniendo en duda a mis pacientes y hacerles pasar por un tratamiento médico de dos años? Que no soy un poli ni un notario, que al igual que a quien me dice que ha estado vomitando toda la noche no le doy un barreño y hasta que no vomite no le doy la baja; no tengo por qué estar poniendo en duda el género e identidad de mis pacientes. No me performes un vómito ni me performes un género, porque queride paciente, yo te creo.
Te creo y no quiero que entre nosotres haya dudas, sino cuidados. No quiero que cuando vengas a mi consulta te sientas agredide ni llamarte por un nombre que no es el tuyo. No quiero que mi trabajo sea perpetuar dogmas de biopolítica franquista que ahora representa el radicalismo trans-excluyente. Quiero que si necesitas que te acompañe con hormonas o cirugía te las pueda facilitar y si no las quieres, puedas habitar tu cuerpo sin que te pongamos en duda.
María Chantal Cuellar, coordinadora del Movimiento Trans Feminista Bolivia y la Casa Trans Cochabamba, indicó que la mayor vulneración de derechos humanos que recibe esta población parte desde el mismo Estado boliviano.
“A través de su instancia máxima (judicial) que es el Tribunal Constitucional Plurinacional, que es a través de una sentencia, en donde se suprime cuatro derechos en los hombres y mujeres trans en Bolivia: derecho al matrimonio, adopción, confidencialidad y a la paridad y alternancia, es decir, un hombre una mujer trans en Bolivia no puede ser autoridad elegida en un proceso electoral”, precisa.
En 2022 la Defensoría del Pueblo, después de realizar un Informe Defensorial, denominado: “Ausencia de Garantías Estatales para el Ejercicio del Derecho de la Identidad de Género en Bolivia. Un Análisis sobre el cumplimiento de la Ley Nº 807 de Identidad de Género”, concluyó que el Estado tiene un trato discriminatorio y diferenciado hacia las personas transgénero y transexuales que enfrentan obstáculos por su identidad de género y por ende no ejercen libremente sus derechos como el resto de la población boliviana.
OPINIÓN intentó comunicarse con algunas autoridades de la comisión de derechos humanos de la Brigada Parlamentaria de Cochabamba para indagar sobre las propuestas o acciones en las que se trabaja y así erradicar este tipo de vulneraciones. Sin embargo, no obtuvo respuesta.
“NO ESTÁ EN AGENDA”
La diputada Toribia Lero (CC), indicó que no ve que el Estado trabaje en un tema para reforzar y avanzar en derechos que tiene esta población (trans).
Dijo que creencias, cultura, cosmovisión cargan, a veces, los perjuicios en la sociedad con respecto a este tipo de temas y el Estado tiene que regularlo. Además, siguió Lero, corresponde a las autoridades realizar “un trabajo integral en el marco de derechos humanos, en el marco de oportunidades, en el marco de la discriminación, que no termine en aprobar una ley que no se pueda implementar y se quede durmiendo”.
Sostuvo que desde la Cámara de Diputados se puede realizar una fiscalización a diferentes instituciones, entre ellas la Policía, para combatir violencias como las padecidas por la población trans. Sin embargo, no está en agenda parlamentaria.
‘FAMILIA SEGURA’ APOYA Y ASESORA A MUJERES TRANS
UNICEF, en coordinación interinstitucional con Casa Trans, brinda el apoyo de atención psicológica y a la salud mental de mujeres transexuales a través del programa Familia Segura.
Según el oficial de programas en Bolivia de UNICEF, Pedro López, integrantes de la Casa Trans le manifestaron que uno de los principales problemas que sufren es la atención psicológica, puesto que “no hay profesionales que sean sensibles a la naturaleza de sus vivencias”.
Por ello es que profesionales de salud han sido capacitados para poder tratar casos específicos de la Casa Trans.
Además de dar atención psicológica (ya sea puntual o permanente, con identificación o en anonimato), la línea 800-11-3040 y 777-97-667 (WhatsApp) también es de denuncia y asesoría.
“Una persona que es víctima de violencia, puede comunicarse. En estos casos, si es un hecho de violencia que está denunciando se comunica con las instancias pertinentes del Estado para que tomen acción o también se da la asesoría necesaria”, manifestó López.
UNICEF y mujeres trans en reunión, el pasado 9 de agosto. / MOVIMIENTO TRANS FEMINISTA BOLIVIA
Brasil: En una decisión histórica, el Tribunal Supremo penaliza la homofobia y la transfobia con prisión
En una decisión histórica, el Tribunal Supremo de Brasil dictaminó este martes que los insultos homófobos se castigarán a partir de ahora con penas de prisión. En un fallo casi unánime de 9 a 1, los insultos homotransfóbicos fueron puestos al mismo nivel legal que el discurso de odio racista. El juez Edson Fachin, que emitió el veredicto, declaró que la sentencia era un “imperativo constitucional” para dar a los ciudadanos LGBTQI+ del país la misma protección ante la ley.
La decisión fue recibida con júbilo por la comunidad LGBTQI+ brasilera, que ha estado luchando contra la violencia rampante contra ellos en el país. Si bien recordamos, en el año 2019, el Tribunal Supremo brasileño convirtió la homofobia y la transfobia en delitos similares al racismo. El racismo se tipificó como delito en Brasil en 1989, con penas de prisión de hasta cinco años. Sin embargo, la sentencia de 2019 se aplicaba a la incitación al odio contra toda la comunidad, no contra individuos concretos. La sentencia del martes corrige esto y ahora cualquier discurso de odio será castigado con penas de prisión de dos a cinco años.
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La máxima corte, de esta manera, respondió a un pedido de la Asociación Brasileña de Lesbianas, Gays, Bisexuales, Travestis, Transexuales e Intersexos (ABGLT) que pedía considerar las ofensas contra la comunidad LGBTQI+ como injuria racial, tipificada como racismo. Ahora, quienes ofendan la honra de una persona por su género u orientación sexual serán procesados de igual forma a quienes discriminan por raza, color, etnia, religión u origen.
El Tribunal Supremo corrige así una interpretación que retiraba parte de la aplicabilidad de la ley sobre injuria racial sancionada en enero de 2023 por el presidente Luiz Inácio Lula da Silva en una de sus primeras acciones desde que asumió su tercer mandato.
Los expertos sostienen que estas normas tan estrictas son necesarias, especialmente en un país como Brasil, donde la transfobia y la homofobia están muy extendidas. Según el grupo de defensa de los derechos Transgender Europe, 228 personas pertenecientes a la comunidad LGBTQI+ fueron asesinadas en 2022. En total, 1.741 miembros de la comunidad han sido asesinados entre 2008 y 2022.
Mar Cambrollé: «No puedo desconectar mientras nuestras vidas dependan de la cisnorma»
La activista por los derechos LGTBI reconoce que no desconecta nunca del todo pero en sus vacaciones se decanta por las playas de Peñíscola y los paisajes de Galicia, Asturias o Euskadi.
Personalidades de la política cuentan a infoLibre sus trucos para desconectar en vacaciones y sus lugares favoritos para quedarse sin cobertura
Hay actividades y trabajos que requieren una dedicación plena, por lo que desconectar al 100% en vacaciones es una tarea de lo más complicada. Este es el caso de Mar Cambrollé, activista por los derechos trans y presidenta de la Federación Plataforma Trans que ha participado en movimientos por la libertad del colectivo desde los años de la dictadura. Y es que incluso durante su tiempo de descanso, Cambrollé no duda cuando tiene que pronunciarse ante noticias que requieren una respuesta inmediata, como por ejemplo las agresiones tránsfobas.
La activista explica a infoLibre que es una “responsabilidadque se asume” y matiza que ya solo romper con la monotonía diaria es para ella un tiempo de descanso aunque siempre tenga un ojo puesto en la actualidad. Reconoce que eso conlleva que nunca haga un apagón mental pleno: «me cuesta mucho la desconexión total», confiesa Cambrollé. “No puedo quedarme inmóvil mientras nuestros cuerpos, nuestras identidades y nuestras vidas dependan de la cisnorma. Mi activismo político y social me hace estar conectada”, explica. Por eso, cree que el uso de las tecnologías tienen un lado positivo pero también uno negativo. Explica que la sociedad está tan enganchada que cada vez es más frecuente que alguien te cuente que es incapaz de salir de casa sin su móvil. “Es la época que nos ha tocado vivir”, explica.
Cuando tiene la oportunidad de viajar, en el mapa de sus preferencias aparece un destino: Peñíscola. “Me encanta estar en la playa y disfrutar del Mediterráneo”, explica la activista. Estancias que alterna con viajes al norte de España, principalmente a Galicia, Asturias y Euskadi. Cambrollé cuenta que el verdor, la naturaleza, los pueblos y los paisajes de estas zonas son magnéticos para ella. Como inseparable compañero de viaje siempre elige a su pareja: «Es todo, mi amante, mi colega de lucha… compartimos todo”.
Cambrollé actualiza sus redes sociales con fotografías de sus planes veraniegos porque le gusta compartir esos momentos con su comunidad. Es habitual ver imágenes de paseos, cenas y de los momentos en los que disfruta en la playa. Pero nunca olvida su faceta como activista y siempre emplea el altavoz que le proporcionan las redes para reivindicar la lucha por los derechos del colectivo LGTBI.
Pese a estar un poco enganchada al teléfono móvil, ya sea por su activismo o por ocio, Cambrollé también emplea parte de su tiempo libre para disfrutar de obras de teatro, música o leer, gustos que comparte con su pareja. Actualmente la activista está leyendo Verdades a la cara: recuerdo de los años salvajes, el libro escrito por Pablo Iglesias. “Espero terminarlo estas vacaciones”, concluye.