Más de 100 colectivos LGTBIQA+ y memorialistas apoyan la Ley de Memoria Trans, e instan a los grupos parlamentarios a «no obstaculizar su trámite»

Más de 100 colectivos LGTBIQA+ y memorialistas apoyan la Ley de Memoria Trans, e instan a los grupos parlamentarios a «no obstaculizar su trámite»

«Es hora de la reparación. Sin memoria, no hay democracia, sin dignidad no hay justicia y son muy pocas victimas las que quedan vivas», ha dicho Mar Cambrollé, presidenta de la Federación Plataforma Trans

Concentración de colectivos LGTBIQA+ en el Congreso el pasado 19 de noviembre, cuando se registró la Ley de Memoria Trans | Foto: Plataforma Trans

Colectivos LGTBIQA+ de los diversos territorios del Estado y las principales organizaciones memorialistas se han adherido a una carta en la que expresan su apoyo al registro, el pasado 19 de noviembre, en el Congreso de la Proposición de Ley de Memoria y justicia para la reparación de las personas trans y LGTBI por motivos de identidad y/o expresión de género u orientación sexual, que fue firmada por Sumar, ERC, EH Bildu, Podemos, Junts y BNG y promovida por la Federación Plataforma Trans.

En una nota de prensa, recuerdan que la modificación en 1954, por el dictador Francisco Franco, de la Ley de Vagos y Maleantes, sentó las bases para la persecución, estigma y privación de libertad de las personas de la disidencia sexual. En 1970, fue sustituida por la Ley de Peligrosidad y Rehabilitación Social (LPRS), por aplicación de ambas leyes represivas fueron encarceladas y desterradas alrededor de 5.000 personas cuya orientación «no se ajustaba a la heteronorma» y por personas género diversas o no conformes con el género asignado al nacer.

Se habilitaron dos cárceles específicas, Badajoz y Huelva, y se destinaron módulos en Carabanchel, Modelo de Barcelona y València. También en Tefía, Fuerteventura, se instauró un campo de concentración solo para las personas de la disidencia sexual, donde fueron torturadas, mal nutridas y obligadas a trabajos forzosos. A las mujeres lesbianas, se las recluyo en la institución fascista el Patronato de la Mujer, donde corrían el mismo destino, que madres solteras, mujeres republicanas, anarquistas y comunistas.

La organización y lucha del colectivo LGTBI en 1970, dio como resultado la primera movilización en 1977, siendo 1978 el año de manifestaciones en diferentes territorios. Con ello se consiguió que el 26 de diciembre de 1978, el Gobierno de UCD, decidiera excluir los actos de «homosexualidad» de la LPRS.

Sin embargo, aún quedo vigente hasta 1988 la figura de «escándalo público», regulada en el artículo 431 del Código Penal que permitía multas y detenciones en comisarías hasta un total de 72 horas, por considerar un escándalo público, vestir con ropas no propias del género asignado al nacer o mostrar públicamente la afectividad entre personas del mismo sexo.

«Es hora de la reparación»

«Encarcelamientos, destierros, torturas, maltrato psiquiátrico y para las personas trans, el postfranquismo supuso una sombra muy alargada de la dictadura. Jamás una política pública para sacar de las esquinas a las mujeres trans, que forzosamente se veían abocadas a ejercer la prostitución como única forma de sustento. La única vez que se les sacó de las esquinas, mediante redadas policiales, fue en el 1982, coincidiendo con el Mundial de fútbol, para limpiar las calles de gente indeseable», declara Mar Cambrollé, presidenta de la Federación Plataforma Trans.

«Es hora de la reparación, entre las peticiones que la norma contempla, se pide una prestación económica vitalicia, equivalente a la pensión mínima de una persona jubilada sin cargas familiares, señalización y ubicación de espacios de la memoria LGTBIQ+, partida presupuestaria para la preservación y digitalización del archivo de documentación gráfica y audiovisual, entre otras medidas», continua Cambrollé.

«Sin memoria, no hay democracia, sin dignidad no hay justicia y son muy pocas victimas las que quedan vivas», concluye la presidenta de la Federación Plataforma Trans.

Más de 100 colectivos LGTBIQA+ y memorialistas apoyan la Ley de Memoria Trans, e instan a los grupos parlamentarios a «no obstaculizar su trámite»

Las agresiones por LGTBIfobia llegan a máximos históricos en Cataluña: un 25,8% son contra personas trans

Las agresiones por LGTBIfobia llegan a máximos históricos en Cataluña: un 25,8% son contra personas trans

“Es un fracaso como sociedad que el discurso de odio cale tanto entre determinados sectores de la población joven”, lamenta Eugeni Rodríguez, presidente del observatorio

Agresiones por LGTBIfobia Cataluña
Miembros de ‘Observatori contra la LGTBfòbia’, durante la presentación de los datos de 2024 en el Centre LGTBI+, a 13 de enero de 2025. en Barcelona.David Zorrakino (Europa Press)

El caso del joven Samuel Luiz, por el que se condenó el pasado noviembre a cuatro hombres por homicidio con alevosía, pasará a la historia como uno de los mayores delitos de odio contra el colectivo LGTBI en España. “En este brutal asesinato hubo homofobia. Lo que gritan al matar a una persona sí importa”, concluía Mario Pozzo-Citro, abogado de Alas A Coruña, la entidad LGTBI que llevó la acusación particular. En Cataluña, las agresiones registradas en 2024 por el Observatorio contra la LGTBIfobia han llegado a máximos históricos: 318 incidencias registradas por la entidad desde que hay datos, de las cuales el 25,8% se han dado contra personas trans. Así se explica en la radiografía publicada este lunes por la entidad. Esto supone un 4,9% más que en 2023 y un 34,1% más que en 2022.

Barcelona es la provincia con más casos registrados, un 74,5%; le siguen Girona y Tarragona, con un 3,7% respectivamente; Lleida, con el 1,6%; y los ataques cometidos de forma no presencial por medios virtuales representan ya el 12,6%. “Nos preocupa especialmente las agresiones en espacios virtuales, y más después de que Meta haya dicho que no habrá filtros para que el odio pueda esparcirse por las redes”, ha denunciado Eugeni Rodríguez, presidente del observatorio. Del 3,9% restante la entidad no ha obtenido datos. En la capital catalana donde se han dado más casos de discriminación ha sido en los distritos de Sants-Montjuïc, Ciutat Vella y el Eixample, en este orden.

Las políticas de prevención son el principal reclamo del observatorio, un asunto que abordará en la reunión con el Departamento de Igualdad y Feminismos de la Generalitat de Cataluña el próximo 21 de enero. “Nuestro protocolo ha cumplido cinco años, pero incidir sobre él sigue sin ser una prioridad del gobierno catalán. Fallamos en un tema esencial: la prevención. Debemos poner la reparación de la víctima en el centro”, ha exigido Rodríguez.

Voces de la escena musical catalana se han alzado recientemente ante el aumento de casos de LGTBIfobia en Cataluña. Es el caso de Joan Liaño (23 años, Barcelona), cantautor y concursante del programa Eufòria, que se ha convertido en un referente del activismo por los derechos LGTBI. “Es fundamental que aquellas personas que están construyendo su identidad encuentren artistas que sirvan de referentes. La música es política”, subraya Liaño.

El hecho de que haya colectivos más agredidos que otros se debe al grado de aceptación social, como en el caso de las personas trans, según el psicólogo y autor del libro Amar con orgullo, Adrián Gimeno. Especialista en dar apoyo a víctimas de agresiones por LGTBIfobia mediante el enfoque de la psicología afirmativa, Gimeno entiende que el proceso de desarrollo individual de una persona LGTBI es diferente al del resto de la población, pero por el entorno hostil que le rodea. “La interiorización del rechazo se genera en momentos en los que la persona todavía no ha construido del todo su identidad. Es fundamental validar esos procesos y poner el foco en las realidades no nombradas del colectivo”, sostiene.

https://elpais.com/espana/catalunya/2025-01-13/las-agresiones-por-lgtbifobia-llegan-a-maximos-historicos-en-cataluna-un-258-son-contra-personas-trans.html

Ley de Memoria Trans: Las cosas están cambiando, pero todavía no han cambiado

Ley de Memoria Trans: Las cosas están cambiando, pero todavía no han cambiado
Ley de Memoria Trans: Las cosas están cambiando, pero todavía no han cambiado

Artículo publicado en Rojo y Negro nº 396, enero 2025

El pasado 19 de noviembre, la Plataforma Trans registró en el Congreso su propuesta de Ley de Memoria y Justicia para la Reparación de las Personas trans y LGTBI víctimas de la dictadura por motivos de Orientación Sexual, Identidad y/o Expresión de Género (en adelante Ley de Memoria Trans) con el apoyo de Sumar, Podemos, BNG, Junts, Esquerra y EH Bildu. Rojo y Negro ha hablado con su impulsora, Mar Cambrollé, activista histórica y presidenta de la Federación Plataforma Trans.

Un poco de historia

En el año 1977, el Front d’Alliberament Gai de Catalunya realizó la primera manifestación bajo el lema «Nosaltres no tenim por, nosaltres som» («Nosotros no tenemos miedo, nosotros somos») duramente reprimida por los grises y que reclamaba el reconocimiento de la libertad sexual y la desaparición de la Ley sobre peligrosidad y rehabilitación social que establecía penas de hasta cinco años de prisión o internamiento psiquiátrico para los homosexuales y que, al tratarse de una ley especial, no existía ni la presunción de inocencia ni el derecho a juicio. Muerto el dictador y amnistiados los presos políticos, todavía permanecían en la cárcel los homosexuales (categoría bajo la cual el franquismo incluía a cualquier persona del colectivo LGTBIAQ+). Mar se significó un año después en su Sevilla natal cuando el Movimiento Homosexual de Acción Revolucionaria (MHAR) de Andalucía salió a la calle en un ambiente de total incertidumbre por lo acontecido en Barcelona.
“Existía una confluencia de la medicina, la psiquiatría, el derecho penal y la Iglesia franquista. La medicina los veía como enfermos, la psiquiatría como una perversión, el derecho penal como un estado peligroso y la Iglesia como una inmoralidad” (parte expositiva de la Ley de Memoria Trans).
Poco después, el 26 de diciembre de 1978, se despenalizaría la homosexualidad, pero permanecería la consideración patológica de algunas disidencias y dejaría el resquicio del escándalo público en el Código Penal para detener y juzgar a las personas del colectivo. Como siempre, los derechos de las personas trans van despacio, después de los de las demás personas, como si fueran ciudadanas de segunda; sólo avanzan a golpe de movilización, de personas como Mar.

Por qué una Ley de Memoria Trans

Nos cuenta Mar que el razonamiento de la Ley de Memoria Trans que ella impulsa “pretende la memoria, la justicia y le reparación del colectivo Trans que se cayó del redactado final de la Ley para la igualdad real y efectiva de las personas trans y para la garantía de los derechos de las personas LGTBI”. Y es que hasta la Ley Trans aprobada en febrero de 2023 (detrás de la cual también estuvo la propia Mar) era requisito obligatorio hacer la transición mediante cirugía o tratamiento hormonal de dos años para poder cambiar de género ante la Administración Pública (a partir de la Ley 3/2007, de 15 de marzo). Este requisito suponía de facto la esterilización de las personas que deseaban cambiar el nombre y el sexo registral y no fue posible hasta el 2 de julio de 1987. Una esterilización, directa o indirecta, requerida para reconocer la identidad de las personas trans que ha sido condenada en 2014 por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y en 2017 por el Tribunal Europeo de Derechos Humanos y que Mar no duda en calificar de prácticas eugenésicas: “las prácticas de esterilización estuvieron respaldadas por el Estado español durante 36 años. Durante 20 años, desde 1987 a 2007, se requería de una cirugía genital forzosa para poder cambiar de sexo registral y desde 2007 el requisito fue un tratamiento hormonal forzoso; ambas prácticas suponían una esterilización forzosa, bien física bien química, de las personas trans. Por ejemplo, para el Estado era más importante que un hombre trans se realizara una histerectomía, con la consiguiente esterilización que conlleva, que una cirugía de reducción de mamas, que casi siempre es más importante para los hombres trans por las implicaciones sociales que conlleva, y con el objetivo de que ningún tío se les quedara embarazado”.

La Plataforma Trans, de la que Mar es presidenta, plantea la propuesta de reparar el daño que se ha hecho a un colectivo por el único delito de amar o ser diferentes, su objetivo es “reconocer lo ocurrido, honrar a las víctimas, promover la verdad, la justicia y la reparación, además de prevenir la repetición de dichos eventos en el futuro” (parte expositiva de la Ley de Memoria Trans), unas personas que sufrieron cárcel, torturas, destierro, maltrato psiquiátrico y la negación de acceso a derechos fundamentales. La propuesta de Ley contempla la creación de una pensión de idéntica cuantía a la de la Seguridad Social para pensionistas mayores de 65 años sin cargas familiares y que hayan sufrido represión a través de la Ley de peligrosidad social (con un incremento del 50% en el caso de aquellas personas que fueran privadas de libertad por aplicación de estas leyes y aplicaría a la mujeres no heterosexuales que fueron recluidas en las instituciones del Patronato de la Mujer), una forma de reparación económica para quien no tuvo ni de lejos las mismas oportunidades y que, en el ocaso de sus vidas, sufren situaciones de extrema precariedad.

CGT y la Ley de Memoria Trans

“Celebro que CGT haya hecho un apoyo explícito a la Ley de Memoria Trans y os doy las gracias en nombre de la Plataforma Trans porque, a pesar de las indemnizaciones puntuales que hayan podido recibir las personas del colectivo por represión durante la dictadura, la represión del colectivo trans es algo estructural; se ha negado a toda una generación la posibilidad de trabajar y cotizar a la Seguridad Social por lo que en su vejez se ven abocades a la extrema pobreza después de haber soportado el sexilio, la represión en cárceles, psiquiátricos u otras instituciones creadas ex profeso por el franquismo”, nos agradece Mar.

“Me gustaría que la afiliación de CGT entendiera que esta lucha no es otra lucha, es la misma lucha contra el capitalismo, la lucha para acabar con el patriarcado y para alcanzar la igualdad entre todas las personas y que todas podamos disfrutar vidas vivibles y felices. También estaría bien que dierais formación a vuestra militancia, y me ofrezco a realizarla, para que entiendan que la lucha por los derechos trans está enmarcada en la lucha de clases y para intentar contrastar y confrontar el movimiento transfóbico que se está extendiendo desde diversos sectores del feminismo y de la sociedad”.

Nos admira la energía de Mar y su capacidad para la lucha. “Cuando consigamos sacar adelante la Ley de Memoria Trans, voy a denunciar al Estado español ante los tribunales europeos por prácticas eugenésicas contra el colectivo trans que tanto recuerdan a las prácticas nazis”, dice Mar que no piensa parar en su lucha por los derechos del colectivo LGTBIAQ+.

Desde CGT sabemos que los aprendizajes no son fáciles ni rápidos. Sabemos que apoyar desde un escrito no basta y por eso debemos formarnos constantemente. Esperamos que esta entrevista a Mar Cambrollé sea un paso más en nuestro aprendizaje colectivo y os haya resultado revelador. Un agradecimiento enorme a Mar por ser una fuente de inspiración y compartir con nosotres su tiempo y conocimientos. Por un mundo donde seamos todes libres, por una memoria trans digna.

Redacción Rojo y Negro

Ley de Memoria Trans: Las cosas están cambiando, pero todavía no han cambiado

El armario de Trini: A Coruña recuerda a la activista trans que encabezó el primer Orgullo tras salir de la cárcel franquista

El armario de Trini: A Coruña recuerda a la activista trans que encabezó el primer Orgullo tras salir de la cárcel franquista
Trini (a la derecha), en la primera manifestación de homosexuales del Estado, en 1977 en Barcelona

Por Luís Pardo

Trini Falcés (A Coruña, 1942-2022) fue, sobre todo “una gran luchadora, una superviviente”. Desde que nació, como bebé robado, hasta su muerte. Una peripecia vital que la obligó a moverse, “expulsada”, de Galicia a Andalucía, de Aragón a Barcelona y hasta al exilio en París. Por el medio, pasó cinco años en las cárceles para homosexuales del franquismo, aquellas que distinguían entre activos y pasivos. En junio de 1977 estuvo a la cabeza de la primera manifestación del colectivo del Estado, en Barcelona. Cuando aparecieron los grises, fueron las transexuales y las prostitutas quienes se pusieron al frente de la marcha. Ella era las dos cosas. No tenían miedo porque, decían, “ya estamos muertas”… pero también porque los policías eran viejos conocidos. Tras tantas mudanzas forzosas, la vida de La Trini cabía en un armario, como el que ahora muestra la exposición que le rinde homenaje en su ciudad natal, esa a la que volvió a pasar sus últimos años y donde, por fin, se sintió tratada como siempre quiso: como una persona.

Más allá de la manifestación que la convirtió en un símbolo —y de la que queda testimonio gráfico— y de otros hitos similares, no es fácil reconstruir la vida de Falcés. Ese fue el desafío al que se enfrentó Sergio Marey, comisaria de la exposición Relembrando a Trini (Recordando a Trini), impulsada por la Deputación coruñesa, y autora también de su biografía, É mellor loitar que morrer de fame (Es mejor luchar que morir de hambre). “No es una biografía típica, no está narrada cronológicamente”. Pero no por una cuestión de estilo: “Trini estaba ya muy mayor y mezclaba conceptos e ideas”. Por eso, en las partes del libro que se basan solo en su memoria “no hay una continuidad, no sabemos cuándo empieza una cosa y acaba otra; está todo muy difuso”. Tal y como corresponde a un mito.

Las dudas comienzan antes incluso del nacimiento de Trini. Ella cuenta que su madre biológica era natural de Ferrol y que trabajaba en el mercado coruñés de San Agustín, de donde el hombre que acabaría siendo su padre —no se sabe si tras una violación— se la llevó a servir a su casa. De su relato no queda claro si ése es el motivo por el que la roban o si fue porque su madre biológica y la adoptiva parieron a la vez, el bebé de la segunda nació muerto y esta se quedó con ella. El papel de su padre adoptivo, agente de la policía secreta franquista, habría facilitado las cosas. Aun así, para evitar enfrentarse a la progenitora, consigue un cambio de destino y se mudan a Andalucía. Aquí comienza el peregrinaje de Trini.

Zaragoza sería el siguiente destino. Cuando “de forma natural” se le empiezan a notar los pechos —“era una persona intersex”, recuerda Marey—, la familia decide poner tierra de por medio y asentarse en la casa materna, en Fuentes de Jiloca. Pero llega el momento de hacer la mili y, “para que no se hable de sus tendencias” la envían a Barcelona. Allí pasará tres décadas, una estancia interrumpida por un exilio en París, del que casi nada se sabe, y por sus estancias en prisión.

El franquismo creó dos campos de concentración diferenciados para los homosexuales: el de Badajoz —para los pasivos— y el de Huelva, destinado a los activos. “Una cosa delirante, como si fueran dos sexos”, señala Marey, quien recuerda que, para el régimen, “los activos tenían más capacidad de volver a la normalidad, porque no se estaban feminizando como los pasivos”. Trini pasaría por ambos, sufriendo las raciones de comida podrida, las palizas o los trabajos forzosos que estaban a la orden del día. Pasó cinco años entrando y saliendo, hasta que la Ley de Peligrosidad Social —la evolución de la Ley de Vagos y Maleantes— fue derogada y la orientación sexual dejó de ser un delito.

“Nosotras ya estábamos muertas”

La manifestación del 24 de junio de 1977, la primera movilización de homosexuales en el Estado, pilla a Trini ya “muy metida” en los movimientos sociales y políticos de Barcelona. Era amiga del dibujante Nazario y del pintor Ocaña, dos de los grandes activistas del movimiento, y se relacionaba con el Front d’Alliberament Gai de Catalunya (FAGC), que fue quien convocó aquella marcha.

La marea humana transitaba por las Ramblas, rumbo a Canaletas, cuando aparecieron los grises, con porras y pelotas de goma. Los asistentes comienzan a desperdigarse y es entonces cuando —como muestran las fotos— “las mujeres trans y las prostitutas se pusieron a la cabeza de la marcha porque, como decían, ‘nosotras ya estábamos muertas’”.

El relato de Marey —nacida 20 años después de aquel hito fundacional— coincide con el recuerdo que Empar Pineda, militante feminista lesbiana y, en aquel momento, dirigente del Movimiento Comunista, dejaba a elDiario.es en el cuarenta aniversario de aquella histórica protesta. “La presencia de los grises hacia la mitad de las Ramblas hizo que la gente se empezara a dispersar, y quien hizo de escudo y nos protegió fueron transexuales y travestis, a quienes no habíamos dejado ocupar la cabecera de la manifestación porque nos preocupaba la imagen”.

Fito Ferreiro, miembro de la Asociación Palestra y una de las personas que acompañó más de cerca a Trini en sus últimos años en A Coruña, añade con cierto humor un matiz que conoció hace poco. “El movimiento homosexual estaba con la burguesía barcelonesa y, al final, se unieron las trans, algo que no les gustó mucho, porque no querían mezclarse”. Sin embargo, fue precisamente la presencia de este grupo la que hizo que los grises no se empleasen a fondo. “Al final, entre la policía y el mundo de la noche, todos se conocían”. Su relación se basaba en las detenciones, pero también en “favores” que se hacían mutuamente. “Los agentes las reconocieron y se quedaron allí”.

“La estáis tratando como una señora”

Como corresponde, Ferreiro conoció a una Trini recién llegada en una manifestación del Orgullo en A Coruña, una década antes de su muerte. Tras Barcelona y París, ella había intentado volver a la casa familiar de Fuentes de Jiloca, pero estaba casi en ruinas, así que decidió retornar a su lugar de nacimiento. De entrada, él no tiene ni idea de quién es su nueva amiga. Lo descubre cuando, con el trato, comienza a soltarse. “Ella tenía muchas ganas de contar”.

Ferreiro recuerda una conversación con Carla Antonelli —la primera diputada trans y actual senadora—, a la que mostró su extrañeza porque Trini “los quisiese tanto”. “Es porque la estáis tratando como una señora”, le contestó ella. “Son mujeres que eran el despojo de la sociedad: transexuales, que no tenían su espacio, dedicadas a la noche, tanto al espectáculo como a la prostitución. Trini tuvo una vida muy complicada. Los que estuvimos a su alrededor la tratábamos como una persona y ella lo valoró mucho”.

En Barcelona, Trini trabajó durante años como limpiadora en un hotel propiedad de la familia Pujol, hasta que el uso de productos químicos le provoca una enfermedad crónica. Cuando va a coger la baja descubre que, en todo ese tiempo, los Pujol no habían cotizado por ella. Como el salario no le llegaba, había empezado a prostituirse de forma ocasional, pero desde ese momento es cuando pasa a hacerlo “a tiempo completo”. Al mismo tiempo, hacía performances en clubs nocturnos. Marey cuenta que tenía varios números: en uno, bailaba envuelta en un mantón de manila; en otro, con una estelada. De ninguno de ellos se conservan fotografías. Nazario le contó a Ferreiro que en la última época, con los sesenta años ya muy cumplidos, Trini era la encargada de llevar bocadillos a las chicas que hacían la calle y de mantener encendido el fuego en los bidones que usaban para entrar en calor. “Así se ganaba el dinero”.

Poco después de llegar a Coruña, Trini empieza a tener problemas de cadera. Un grupo de personas, encabezadas por Ferreiro y la escritora Eva Mejuto, la ayudan en su día a día y le hacen compañía. Ahí comprueban sus dotes para la supervivencia. “Sabía todos los trucos y se buscaba la vida como fuese”. En 2009, había recibido una indemnización como represaliada por la Ley de Vagos y Maleantes. Según la Asociación Ex-Presos Sociales, que fue quien impulsó esa compensación económica, a Trini la Ley de Memoria Histórica sólo le proporcionó un reconocimiento simbólico. Vivía de una pensión no contributiva, algo que, según la Fundación 26 de diciembre, le pasa a casi tres de cada cuatro personas LGTBIQ+ mayores de 65.

“Iba al banco de alimentos a por comida, a la parroquia a por mantas, a servicios sociales para que le llevasen la comida, le pagasen las gafas, la Moto”. La Moto era como Trini llamaba a su silla de ruedas. Como vivía muy cerca del Paseo Marítimo, cuando hacía buen tiempo la usaba para llegar a la zona de la playa en la que estaban los socorristas. “Así la ayudaban a bajar a la arena para tomar el sol”.

“Lo que guardamos”

Un mes antes de su muerte, Ferreiro llevó a Trini al Orgullo de Ribadumia, en Pontevedra. “Fue muy bonito, la gente le daba mucho cariño”. Él recuerda especialmente cómo conectó con una adolescente trans, de 16 años, a la que le regaló los pendientes que llevaba puestos. “Ella era así, regalaba todo lo que tenía. Ibas a su casa y volvías con collares, sortijas… todo baratijas. Cuando murió, me tocó ir a recoger sus cosas a la residencia. Al verlas en casa, me pregunté qué iba a hacer con todo eso. Fue ahí, hablando con Sergio, cuando surgió contar la historia de Trini a partir de su armario”.

“El armario representa lo que guardamos, lo que acumulamos”, relata Marey. “Al final, lo que Trini conservaba es lo que había en él: ropa, una caja con documentos y fotografías… pero poco más. Tuvo que mudarse tantas veces que no tenía grandes pertenencias”. El armario de la exposición no es el de Trini, sino uno de segunda mano comprado para la ocasión. El visitante podrá rodearlo y ver diferentes partes de su vida: la foto en la manifestación de Barcelona, una entrevista “cuando era prostituta, reivindicando que no las expulsasen del Camp Nou durante las olimpiadas de Barcelona”, la única imagen que se conserva de sus espectáculos artísticos, otras donadas por Nazario… También el abrigo que llevaba cuando hacía la calle o el traje que se puso en su homenaje. La comisaria añade al listado una carta que considera “muy especial” en la que Trini narraba su vida “para pedir al Justicia de Aragón que se la dignificase como persona y se le diese una ayuda para poder vivir en su pueblo”. No tuvo efecto, pero a Marey le parece que demostraba “mucho valor” al demandar algo así.

La exposición, que permanecerá una semana en la Biblioteca Municipal de A Coruña antes de desplazarse a otros municipios de la provincia, no solo busca homenajear a Trini, sino a todas las personas que lucharon por los derechos del colectivo “no hace tanto tiempo”. “Mostrar cómo vivíamos las personas LGTBI y sobre todo las trans hace 50 años, porque si no recordamos nuestro pasado va a ser muy difícil que construyamos bien nuestro futuro bien”, relata Ferreiro. “Hoy estamos aquí gracias a la lucha de esas personas, que convocaron la primera manifestación en Barcelona, que se enfrentaron a la policía, que estuvieron en la cárcel… Gracias a ellas hoy tenemos los derechos que tenemos y debemos acordarnos de todo el sufrimiento que costó”.

Facebook e Instagram ya permiten calificar a las personas LGTBI como enfermas mentales

Facebook e Instagram ya permiten calificar a las personas LGTBI como enfermas mentales
Meta –empresa propietaria de Instagram y Facebook– materializa los cambios anunciados hace una semana por su CEO, Mark Zuckerberg, y en la nueva redacción de las ‘Normas de la Comunidad’ recoge numerosos cambios sustanciales en lo relativo a los discursos de odio.

Samanta Flores: La trans mexicana más longeva del mundo que ha roto todos los moldes en la tierra de los feminicidios

La trans mexicana más longeva del mundo que ha roto todos los moldes en la tierra de los feminicidios: «Jamás pensé que Gucci se iba a fijar en una mujer trans de 93 años, en el país de los machos, donde nos matan»

Samanta Flores nació en el estado de Veracruz, pero pronto cambió la calma de los limoneros por las fiestas clandestinas del DF. Allí descubrió su verdadera identidad y su vocación solidaria. Mientras luchaba contra la pandemia del VIH se convirtió en una auténtica celebridad que incluso ha llamado la atención de las grandes marcas de moda.

La trans mexicana Samanta Flores hace unas semanas durante una visita a Madrid.
La trans mexicana Samanta Flores hace unas semanas durante una visita a Madrid.

Si lo deshojamos de esa tonadilla mariachi que rinde pleitesía a la hermosura de las mujeres, al galanteo milenario, a la ronda de noche bajo el balcón de la novia de turno, México sigue siendo una caldera de machismos a punto de estallar. De enero a noviembre de 2024 se registraron en el país azteca 2.409 asesinatos violentos de mujeres. Por eso, el caso de Samanta Flores es una auténtica proeza en mitad de la pesadilla de balazos y cuchillos: a sus 93 años es tal vez la persona trans más longeva del mundo. Y lo es en un país donde las mujeres transexuales son víctimas de un odio de ida y vuelta, y donde en algunas zonas apenas alcanzan los 25 años de media.

Desde bien niña, la vida de Samanta se ha ido abriendo paso entre las estadísticas, como un milagro, a raíz de su infancia feliz en la pequeña ciudad de Orizaba, en el estado de Veracruz, rodeada de guayabos y limoneros. «A mi padre ni siquiera le importó que cuando era niño quisiera hacer ballet. Así de maravilloso era mi padre», reconoce orgullosa. Sin embargo, las estrecheces del pueblo la obligaron a hacer las maletas y dejar sus orígenes atrás. «Estudié para contador público en la Escuela Bancaria y Comercial, pero aquello, lógico, no era lo mío», dice. Así que se mudó primero a Los Ángeles, donde regentó un bar gay y tomó contacto por vez primera con el colectivo, y más tarde a México DF, donde descubrió su verdadera identidad y hoy es una auténtica socialité.

Así explica Samanta ese descubrimiento: «En el año 64, una amiga trans muy famosa en todo el país, Xóchitl, empezó a hacer fiestas en su casa, y la única condición era que nos vistiéramos de mujer. Ella era la reina y nosotras sus damas de honor, como su corte». Aquellas fiestas llenas de celebrities y gente bien, a caballo entre el cabaret clandestino y la libertad desaforada, fueron limando el personaje de Samanta. «Había que elegir un nombre, y yo había visto la película Alta sociedad, donde Grace Kelly interpretaba a Samantha, que tenía el doble juego de Sam, nombre masculino, y así decidí llamarme». Lo que ocurrió después es que los chicos, cuando le pedían una cita, siempre la preferían como Samanta -«me halagaba tanto»-, y lo que había comenzado como un juego de travestismos terminó por imponerse a la realidad.

No fue hasta 2012, sin embargo, cuando en México se permitió el cambio de género registral. «Era mucha bronca, había que presentar dos exámenes carísimos, pero los pasé. Aunque yo ya llevaba mucho tiempo viviendo como una mujer». Una mujer que, a sus 93 años, nunca ha soltado la bandera de la solidaridad. Primero braceando contra la violencia hacia las mujeres y contra la pandemia del VIHen los años 80 -«cuando murió mi vigesimoquinto amigo dejé de contar, porque solo me atormentaba, pero debieron de ser más de 300 los que se quedaron en el camino», explica-, y más recientemente contra otra pandemia: la de la soledad del colectivo LGTBI. Fue así como fundó, en los preliminares de la pandemia, un centro para mayores del colectivo en el barrio de Álamos del DF. Bajo el nombre de Vida Alegre, este edificio pintado de azul cegador se convirtió en un refugio en el que combatir las soledades: «Al principio era para el colectivo, pero de pronto empezaron a venir también mayores heterosexuales que necesitaban compañía».

Gracias al trabajo de los voluntarios y al empeño de la propia Samanta, que cada día pasaba revista, Vida Alegre se convirtió en bálsamo y motor de la vida del barrio. Hasta que el Covid les obligó a echar el cierre. Pero Samanta no se rinde, y mientras busca la oportunidad de reabrir y resucitar el espíritu del centro, sigue lanzando aquí y allí su mensaje «de empatía y convivencia». Y dejándose sorprender por la vida a cada momento. Como cuando hace un tiempo, en una fiesta, una chica se le acercó y le propuso ser imagen de una firma de moda. «Depende, dijo ella». Así se fraguó una colaboración con Gucci, nada menos, que elevó a Samanta a los altares de la alta costura. «Jamás pensé, ni en sueños, que una señora de mi edad, transexual, iba a lograr algo tan grande en el país de los machos, donde nos matan. Pues lo he conseguido».

https://www.elmundo.es/yodona/actualidad/2025/01/14/6784f5c5e4d4d81e238b459b.html

Lesbianas, gais y transexuales de Georgia, en la diana: el fin de la capital libre del Cáucaso

Lesbianas, gais y transexuales de Georgia, en la diana: el fin de la capital libre del Cáucaso
x- Andrés Mourenza (elpais.com)

El asesinato de Kesaria Abramidze fue un mazazo para la comunidad LGTBIQ+ de Georgia. El pasado 18 de septiembre, la modelo y presentadora transexual fue apuñalada repetidas veces. Los vecinos hallaron su cuerpo sin vida en medio de un charco de sangre. El autor confeso, detenido y que se enfrenta hasta a 20 años de cárcel, era su expareja, un joven de 26 años con el que —según había escrito la víctima en redes sociales unos meses antes— mantenía una “relación tóxica”. Si ella, una de las personalidades más famosas del país caucásico, no había podido evitar este fatídico final y —según escriben algunos medios locales— las fuerzas de seguridad no habían prestado atención a sus denuncias, ¿cómo van a sobrevivir los restantes miembros de la comunidad al creciente ambiente de odio que se abate sobre Georgia?, se preguntan activistas y gais, lesbianas, transexuales y el resto de la comunidad del país caucásico.

Solo 24 horas antes del brutal crimen, el Parlamento georgiano había aprobado la “Ley de Valores Familiares y Protección de los Menores”, un texto draconiano que prohíbe toda manifestación pública de lo que pueda ser considerado “propaganda” LGTBIQ+. “Las políticas de odio tienen graves consecuencias: opresión, marginalización y violencia contra el colectivo. El asesinato de Kesaria Abramidze no se puede entender sin el pesado contexto que lo rodea”, denunció el Centro para la Justicia Social de Tbilisi.

Pese a que la sociedad georgiana es mayoritariamente conservadora, la legislación liberal aprobada durante las últimas dos décadas había hecho florecer a la sociedad civil; decenas de grupos de derechos o implicados en diferentes cuestiones sociales habían surgido y echado raíces. Tbilisi se convirtió así en la capital libre de la región: un punto de reunión para los pacifistas de Armenia y Azerbaiyán; una residencia para los exiliados de las autocracias vecinas; un espacio seguro para lesbianas, gais, bisexuales y transexuales.

“Aunque era lento, había progreso. Organizábamos festivales, conferencias. Las políticas estatales fueron actualizadas y se añadieron menciones a la diversidad sexual. Trabajábamos en la formación de policías”, rememora Mariami Kvaratskhelia, cofundadora de Tbilisi Pride y líder del grupo activista Queer Initiative: “Personas LGTBIQ+ de Irán, Líbano, Armenia, Azerbaiyán, Chechenia… venían a vivir aquí porque se sentían más libres, más seguras”. Ya no. Cientos han huido de Georgia en los últimos años y más van a hacerlo si se confirma en el poder el actual Gobierno del partido Sueño Georgiano tras las elecciones del pasado octubre, que la oposición se niega a reconocer porque las considera fraudulentas.

La formación dirigida por el oligarca Bidzina Ivanishvili ha emprendido un giro ultraconservador copiado a Rusia y Hungría que ha puesto en la diana a las personas que se alejan de lo heteronormativo. “En 2021, los políticos y dirigentes ligeramente más progresistas abandonaron Sueño Georgiano y vimos un cambio hacia postulados y políticas derechistas. Y, a partir de 2023, se hicieron realmente radicales”, explica Kvaratskhelia. Hay diversas razones para este cambio, según a quien se pregunte: el acercamiento del Gobierno a la Rusia de Vladímir Putin, congeniarse con la influyente iglesia georgiana o -según la activista- cambiar el foco del debate hacia nuevas narrativas que le permitan mantenerse en el poder. La cuestión es que se empezó a hablar, día y noche, de la necesidad de proteger a las familias y niños de la “nociva propaganda LGTBI”. “Se retiraron las menciones a esta comunidad de todos los documentos de políticas públicas, se prohibieron nuestros actos y la policía dejó de protegernos”, afirma Kvaratskhelia.

Ese año 2021, Tbilisi Pride y otras organizaciones convocaron una marcha del Orgullo en la céntrica Avenida Rustaveli. Pero fueron atacados por los militantes de Alt-Info, un canal de extrema derecha devenido formación política y al que se acusa de estar financiado por Rusia. Anna Tavadze, activista queer y miembro del movimiento Shame -otro de los organizadores- estaba allí: “Fue horrible, brutal. Empezaron a agredir a los periodistas, más de 30 resultaron heridos. Perseguían a los activistas de un lado a otro, y se marcharon a atacar las oficinas de Shame y de Tbilisi Pride. La policía no hizo nada por detenerlos”. El entonces primer ministro, Irakli Garibashvili, dijo que aquello era “inaceptable para la mayor parte de la sociedad” (la marcha del Orgullo, no el ataque). Así que al año siguiente el Orgullo se celebró en un recinto apartado del centro, bajo fuertes medidas de seguridad.

En 2023, intentaron replicar el festival de 2022, incluso invitando a diplomáticos extranjeros como medida de seguridad: pero los matones de Alt-Info volvieron a aparecer, destrozando los escenarios y prendiendo fuego al material. “Los policías dejaron a la contramanifestación acercarse tanto que de repente empezaron a lanzarnos botellas y piedras y me dije, si no escapo me matan. La policía empezó a gritar que evacuásemos, así que nos dimos cuenta de que era un plan para permitir a Alt-Info atacar el festival”, sostiene Tavadze: “Ninguno de los implicados han sido juzgados, lo cual lanza el mensaje de que si agredes a la gente queer no recibirás ningún castigo”.

Este año, los domicilios de numerosos activistas han sido atacados, entre ellos el de Kvaratskhelia. Un día de mayo, la puerta y todas las plantas de su edificio aparecieron cubiertos de carteles con su cara y su nombre, señalándola como “Activista LGTBI” y “Agente extranjera vendida”. “Además, mi novia y yo hemos sufrido campañas de acoso online y a mi padre, que está enfermo de cáncer, le han llamado varias veces para intimidarle y exigirle que deje mis actividades”, relata.

Carteles de señalamiento contra la activista queer Mariami Kvaratskhelia pegados en el interior de su casa por militantes de ultraderecha.

Temor y exilio

En 2023, el partido Sueño Georgiano fue invitado a la CPAC (la conferencia anual que organizan movimientos ultraconservadores estadounidenses) celebrada en Budapest, donde se presentó como parte del movimiento “anti-ideología de género”, lo que motivó la expulsión de la formación georgiana del Partido de los Socialistas Europeos. De allí, los políticos georgianos volvieron cargados de argumentarios y sus discursos se hicieron cada vez más bizarros: en la campaña de las últimas elecciones, Ivanishvili llegó a decir que, en Occidente, se obliga a los menores a participar en orgías durante las marchas del Orgullo y que “se quiere equiparar la leche del hombre y de la mujer”.

El diputado oficialista Nikoloz Samkharadze arguye que su nueva ley de “valores familiares” no va contra las personas LGTBIQ+, sino que intenta “proteger a menores de edad” y evitar que “cuestiones de género” se enseñen en las escuelas, algo que no ocurría en Georgia. La realidad es que la nueva legislación, que entró en vigor en diciembre, prohíbe cualquier acto público que pueda ser considerado “propaganda” a favor de este colectivo, así como cualquier manifestación artística o mediática que pueda dar una imagen “positiva” sobre la homosexualidad. Y decreta fiesta nacional el 17 de mayo, que internacionalmente es el “Día contra la homofobia, bifobia y transfobia”, pero que en Georgia se celebrará como el “Día de la santidad de la familia y del respeto a los padres”.

Más grave aún, la ley prohíbe cualquier intervención de cambio de sexo, incluidos los tratamientos hormonales, bajo penas de prisión para los médicos. La oficina del Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos ha pedido la retirada de la ley, puesto que atenta contra los derechos “a la igualdad, la no discriminación, la educación, la salud, la libertad de expresión, la libre asociación y reunión, la privacidad, la libertad y la seguridad”.

Además, subraya Tavadze, esta ley se une a la de agentes extranjeros aprobada en primavera, que persigue a las asociaciones que reciben donaciones del exterior, lo que pondrá en peligro a organizaciones que ofrecen servicios esenciales: “Para nuestra comunidad, las ONG han sido la única fuente de servicios sanitarios, apoyo psicosocial y denuncia y documentación de crímenes de odio”. Para la activista, lo que busca la legislación es convertir de nuevo a las personas homosexuales en “invisibles”, enviarlas de nuevo al “underground”.

“Todo el mundo tiene miedo y por eso se están yendo. Incluso activistas, gente que trabajaba en asociaciones. Se marchan a Bélgica, Alemania, Holanda, Estados Unidos… lo sé porque cada día recibo sus mensajes”, lamenta Kvaratskhelia: “Pero también hay otras que nos quedamos y seguiremos luchando”.

Karla Sofía Gascón se reivindica en los Globos de Oro: «Soy quien soy, no quien vosotros queréis que sea»

Karla Sofía Gascón se reivindica en los Globos de Oro: «Soy quien soy, no quien vosotros queréis que sea»
  • La intérprete superada por Demi Moore como mejor actriz protagonista en comedia o musical
  • La película que protagoniza, ‘Emilia Pérez’, ha ganado cuatro Globos de Oro

PorRTVE.es/AGENCIAS
La actriz española Karla Sofía Gascón ha reivindicado a las mujeres después de que la película en la que participa, Emilia Pérez, haya ganado cuatro Globos de Oro en la 82ª edición.

La película, dirigida por el francés Jacques Audiard, ha sido la gran triunfadora de la noche tras alzarse con los premios a mejor película de comedia o musical, mejor película de habla no inglesa, mejor actriz de reparto y mejor canción original. Esta obra cuenta con un elenco formado por actrices como Selena Gómez y Zoe Saldaña.

Karla Sofía Gascón ha aprovechado que todo el equipo subía al escenario a recoger el galardón a mejor película de comedia o musical para alzar la voz: «Podéis meternos en la cárcel, pegarnos… Pero nunca podréis arrebatarnos nuestra alma, nuestra existencia, nuestra identidad. Quiero deciros que levantéis la voz libremente. Soy quien soy, no quien vosotros queréis que sea. Muchas gracias», ha concluido Gascón.

Con un vestido naranja, ha aprovechado para mandar un mensaje relacionado con el budismo: «He elegido los colores budistas esta noche porque tengo un mensaje para vosotros: ‘La luz siempre gana sobre la oscuridad’. Nam Myōhō Renge Kyō, Nam Myōhō Renge Kyō, Nam Myōhō Renge Kyō«, ha indicado Gascón tras pronunciar ese proverbio budista tres veces que significa “consagrar la vida a la ley mística de causa y efecto”, según indica una de las comunidades budistas de Argentina, Sokka Gakkai.

Tras haber obtenido el premio a mejor actriz protagonista en el Festival de Cannes, Karla Sofía Gascón no ha podido hacerse con el Globo de Oro, ya que Demi Moore ha conseguido el galardón por su papel en La sustancia.

https://www.rtve.es/noticias/20250106/karla-sofia-gascon-globos-oro-mujer/16396091.shtml